FRONTERAS DE PALABRAS

El desarraigo imposible

Mauricio Leyva Foto: *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.

El español ha sobrevivido a invasiones, a tiranos y también sobrevivirá a Trump

El Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump, ha decidido eliminar las traducciones al español de la página web de la Casa Blanca y de algunos otros sitios del gobierno. La medida de inmediato desató manifestaciones de desapruebo en las comunidades hispanohablantes y en algunas otras, el tono alcanzó la indignación.

Luis García Montero, director del Instituto Cervantes calificó como “humillantes” las acciones emprendidas por el gobierno de Trump, al mismo tiempo que dejó en claro su desencanto: “Fue una noticia triste porque pensaba que después del apoyo que había tenido de buena parte de la población latina, a lo mejor cambiaba de actitud, porque además ahora conforman una parte muy significativa de la economía norteamericana, pero no ha cambiado. Valoraba que iba a mantenerse neutral y ha quitado el español de la página web, volviendo a unir al español con una lengua de pobres y migrantes. Tenemos que consolidar el prestigio del español como una lengua de cultura, pero como lengua de ciencia y tecnología”.

La noticia se generó en el marco de la reunión anual del Patronato del Instituto Cervantes, que tuvo lugar en el Palacio Real de El Pardo. Dicho evento contó con la presencia del Rey de España Felipe VIl, quien al ser cuestionado al respecto respondió: “Es el caso de EU, donde el Instituto Cervantes tiene cinco centros y donde el español supera con creces a las demás lenguas en la enseñanza secundaria y universitaria; un país que alcanzará en 2050 los casi 100 millones de hispanohablantes. Lo cual hace aún más llamativo aquella decisión de retirar la lengua española como un instrumento de comunicación de la propia Casa Blanca. Seguramente será temporal, porque a fuerza de los hechos demoscópicos y democráticos acabará siendo la segunda lengua de más uso y con mayor influencia política”.

Estas dos respuestas que, por mucho destacan por su bien respaldada argumentación en cuanto a cifras y realidades, nos deben convocar a ubicar en su justa dimensión el impacto y la trascendencia de nuestro idioma que, por mucho, resalta entre los cinco más hablados del mundo, rebasado sólo por país que lo superan en cuanto a densidad poblaciones, pero no en expansión y difusión. Ahora bien, el español como lengua es, por ello y por bastantes elementos, de profunda penetración y arraigo que, el intento de borrarlo de la vida cultural de EU resulta una de las pocas acciones risibles de la administración Trump. Con las cifras que adquieren números contundentes de hispanohablantes en su país la medida se antoja simplemente: ociosa. Sin embargo, no podemos perder de vista que encierran un profundo contenido de discriminación de nuestra lengua ya que, al tratar de eliminarla y considerarla como un idioma de inmigrantes ilegales y delincuentes, construye un falso estereotipo de uno de los idiomas con mayor riqueza en la historia de la humanidad. Por fortuna nuestra, la historia del humanidad da cuenta de que el español ha sido mucho más grande y más fuerte que cualquier guerra, que cualquier hombre y que cualquier conquista. El español ha sobrevivido a invasiones, a tiranos y también sobrevivirá a Trump. Su desarraigo es imposible, no importa cuantos periodos se reelija Trump o cuantos inmigrantes expulse, el español es una lengua que se reproduce, crece y se fortalece al contacto con la vida misma. Pero ese asunto lo entendemos nosotros, los que poseemos la lengua que en nuestro continente, ha sido la lengua culta y de integración social por excelencia.

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