LA VIDA DE LAS EMOCIONES

Aprender a perdonar*

*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Fred Luskin es director del proyecto para el perdón de la Universidad de Stanford, profesor desde hace más de treinta años y autor de varios libros.

Una de sus ideas centrales es que no debemos dejar que la gente que nos ha lastimado tenga demasiada de nuestra atención, “no dejes que esa persona viva en tu cabeza sin pagar renta”, dice Fred.

Cuando nos aferramos a viejos resentimientos, al contar nuestra historia, convertimos las lastimaduras en parte de nuestra identidad. Por ejemplo, la exesposa de un infiel serial a quien perdonó muchas veces. Tal vez han pasado quince o veinte años desde la separación pero ella sigue contándole a todos que es una mujer con un matrimonio fracasado y con un exmarido miserable.

A veces los resentimientos se dirigen a gente que ya está muerta: una madre que no amó, que hizo sentir a su hijo insuficiente, no querido, no visto. El sentimiento de desamor e invisibilidad sobrevive a la madre. En otras palabras, el objeto malo es el que domina la narración sobre la historia personal y el que acompaña a todas partes. El mundo parece vacío de otros personajes. ¿Quiénes serían estas personas sin las historias en las que han sido víctimas de otros?

En el corto plazo nos sentimos mejor cuando encontramos al culpable de nuestro sufrimiento. En el largo plazo resulta destructivo. En la historia sobre lo que nos duele, podemos elegir cómo vamos a hablar de lo que nos pasó: un evento normal de la vida, una catástrofe, algo que hay que enfrentar, superar, algo que aprender o pensar el mundo como un lugar injusto y peligroso. Necesitamos explicarnos qué nos pasó y elegir una respuesta adecuada para lidiar con eso.

Queremos que los demás cumplan con las reglas que establecimos en nuestra mente. En otras palabras, convertimos lo que queremos en expectativas. Tal vez queremos un ascenso, una bonita relación, una familia estable, pero necesitamos la flexibilidad suficiente para aceptar que las cosas nunca son cómo las imaginamos. A veces alguien nos decepciona una y otra vez pero no alcanzamos a ver cómo, nosotros, seguimos esperando que algo cambie.

Culpar a alguien, la hostilidad, el enojo crónico, el rencor, tienen un impacto en el bienestar físico. La gente enojada tiene más enfermedades del corazón. El rencor afecta la capacidad para descansar. Perseverar en el enojo afecta la calidad del sueño. Fisiológicamente, los resentimientos se traducen como estrés, como un sentimiento interno de amenaza y como ideas repetitivas: alguien te desilusionó, te abandonó, te lastimó. No estás bien. Esta narrativa se transforma en señales que preparan al cerebro para huir o para pelear. Mientras más pensamos en el culpable de nuestras desgracias más se activa la producción de adrenalina y cortisol.

El enojo es una respuesta constructiva cuando tenemos que defender a alguien o para combatir una injusticia. Es destructivo cuando no lleva a ninguna acción útil, cuando se convierte en un sustituto de la acción y cuando se vuelve crónico. Creemos que al estar siempre enojados estamos haciendo algo con nuestro dolor y también nos acostumbramos a la liberación de dopamina que el enojo produce.

Entre las estrategias que Luskin propone para dejar el pasado atrás, está darse un momento para notar las cosas sobre las que no estamos enojados. Ésta es una invitación para dejar entrar el sol en nuestra vida y pensar en la posibilidad de movernos hacia adelante.

A veces pensamos que perdonar es tomar el partido del victimario. No se trata de perdonar y olvidar sino de perdonar y recordar diferente. Es trabajar en hacer la paz con la vida que tuvimos tal y como fue. El perdón no está peleado con seguir buscando la justicia y sirve para que la vida no se nos escape por seguir resentidos.

Podemos perdonar y perdonarnos, para recuperar cierto control sobre nuestras vidas y para no arrastrar al presente heridas del pasado.

Perdonar es una habilidad que requiere práctica y que en la experiencia de Luskin, todos podemos aprender.

* Basado en el libro Forgive for good, HarperOne, 2016

Aprender a perdonar*Vale Villa

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* Psicoterapeuta sistémica y narrativa desde hace 15 años. Éste es un espacio para la reflexión de la vida emocional y sus desafíos.

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