Dijo Marcela Lagarde en una entrevista para el diario El País que “El Estado, al no actuar, actúa. La impunidad es la base del feminicidio”.
En México la violencia institucional es una de las que más ha lastimado históricamente a las mujeres y está reconocida en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Señala los actos u omisiones de las y los servidores públicos, de cualquier orden de gobierno que discriminen, obstaculicen o impidan el goce y ejercicio de los derechos hu- manos de las mujeres.

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Asimismo en la implementación de políticas públicas destinadas a prevenir, atender, investigar, sancionar y erradicar los diferentes tipos de violencia.
Y subrayo investigar porque esa ley, esta semana fue públicamente violada en la Cámara de Diputados, donde se obstaculizó la simple y elemental investigación sobre el Dip. Cuauhtémoc Blanco, denunciado por abuso sexual por su media hermana.
La Sección Instructora rechazó admitir la solicitud de desafuero contra el exgobernador de Morelos, para poder someterlo a investigación por el presunto delito, cuya denuncia no resultó suficiente para los diputados Hugo Eric Flores, Adriana Quiroz y Raúl Bolaños-Cacho.
El único que votó a favor de la medida fue el diputado panista Germán Martínez, quien presume la inocencia de su compañero, pero declaró sentirse “derrotado” en su intento de someter al menos a estudio dicho expediente.
“Están promoviendo la impunidad en contra de una mujer que se dice agredida y que de entrada yo le creo, porque esa es la primera regla del feminismo”, declaró el legislador panista.
Y es que así es como tantos casos de violencia institucional de género quedan en el papel, como está sucediendo con las madres de las víctimas del llamado “feminicida de Iztacalco”.
El pasado 24 de febrero se reunieron en la Fiscalía General de Justicia de la capital para denunciar irregularidades en la investigación que, a casi un año de iniciada, no ha hecho justicia para nadie.
Denunciaron tratos indolentes y revictimizantes en la administración de Ulises Lara, por la filtración de información sensible y otras omisiones en el caso particular del asesinato de Viviana Elizabeth, cuyo presunto responsable, Miguel “N”, ni siquiera está vinculado a proceso por su caso, ni por desaparición ni por feminicidio.Mientras que en Puebla, le fue otorgado un amparo a Javier “N” señalado como feminicida intelectual de la abogada feminista y activista Cecilia Monzón. Por cierto, el juez responsable de la decisión, Eliezer Melchor, está bajo investigación por acoso laboral contra una extrabajadora.
En el municipio de Tlapa, Guerrero, el Centro de Defensa de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan dio a conocer, en el marco del 8M, 30 historias de mujeres y niñas indígenas víctimas de feminicidio, cuyos familiares han sido también víctimas de violencia institucional, al ser sometidos a buscar ellos mismos, las pruebas del delito que denuncian.
Y sucede precisamente en un estado gobernado por una mujer; el mismo que en 2024 reportó el mayor número de casos de feminicidio en esta administración, con 22 mujeres; 189 más víctimas de homicidio doloso, 352 víctimas de violación y dos mil 785 de violencia familiar.
Guerrero, donde el matrimonio infantil sigue ocurriendo, tan lejos del “santuario para las mujeres” que se prometió…
La crisis es nacional y eso se deja ver en la movilización que se generó desde el pasado miércoles en el Zócalo capitalino, cuando se instalaron mujeres familiares de víctimas para pedir una reunión con la Presidenta Claudia Sheinbaum.
Llegaron del Estado de México, Oaxaca, Puebla y Coahuila por mencionar algunos. Iniciaron huelga de hambre pero se quedaron esperando el encuentro, atropelladas por las enormes vallas que ese día amanecieron rodeando Palacio Nacional.
“Llegamos todas, todas llegamos, el problema es que cuando quieren quemar la puerta de Palacio Nacional, hay que proteger ” justificó la titular del Ejecutivo al ser cuestionada sobre la ya tradicional instalación en el Día de la Mujer.
Vallas que también protegen el Hemiciclo a Juárez en la Alameda Central, pero que ahora aparecieron pintadas del simbólico color morado y claro, las reacciones no se hicieron esperar. “Ni la burla perdonan”, “Qué consideración”, “Detallazo”, fueron algunos de los comentarios en redes sociales.
La realidad es que así llegamos todas nuevamente al 8 de marzo, paradas prácticamente en el mismo lugar y con las mismas vallas. Mirando al poder con un mensaje “feminista” superficial y con los mismos pocos resultados sobre lo que realmente importa erradicar: nuestra cultura de la violencia de género.

