El sábado pasado se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. Como si fueran jacarandas, las mujeres se pintaron de lila y colorearon las calles para demandar que paren los abusos contra ellas.
Ese mismo día, 8 de marzo, una amiga me escribió al castillo para hacer una denuncia. Hoy le quiero dar voz, ésta es su carta:
“Mi forma de protesta es hacer visibles a mis agresores, a esas personas que me lastimaron, abusaron y violaron; a esas personas que cambiaron toda mi vida, que me hicieron convertirme de una niña feliz a una niña triste y que aún hoy en día tengo que lidiar con eso.

Cónclave para el regalo de Alito
Antes tenía miedo de hacerlo, me daba miedo el qué dirá mi familia; si me dejarán de hablar o si de nuevo me señalarán como la mentirosa. Seguro se preguntarán ¿por qué hasta ahora?, ¿para qué si ya pasó mucho tiempo?
Pero me cansé de ocultarlo, de hacer como si no pasara nada, de que se salieran con la suya sin consecuencias; me cansé de sufrir en silencio por algo de lo que yo no tuve la culpa. Yo sé que para mis hermanas, primas y tías, estas personas fueron tal vez lo mejor que les pasó en la vida, pero para mí, son las pesadillas de mis noches y el infierno que viví durante más de dos décadas.
Cuando era pequeña, mi tío José me metía a su cuarto y me mostraba películas pornográficas, me hacía actuar todo lo que veía en esas películas y luego abusaba de mí físicamente.
No sólo eso, me tocaba en cada fiesta infantil a la que íbamos, me amenazaba diciendo que tenía amigos drogadictos que podían matar a mi mamá y a mi hermana; a cambio de quedarme callada, también me prometía un vestido de 15 años.
Él fue el primero en abusar de mí, después vendría mi papá, sí, mi papá. Por las noches me tocaba y mostraba sus partes. Así durante 20 años, hasta que, por fin, me dejaron en paz, pero con el alma y el cuerpo destruidos.
Hoy lo hago público por mí, pero también por mis hijas, para que sepan que no se tienen que quedar calladas ante una injusticia, ante un abuso, ante una situación en la que nosotras no somos las culpables”.
Itzel, quien es hoy una adulta y tiene dos hijas, no sólo me envió la carta al castillo, también la hizo pública en sus redes sociales y publicó las fotos de sus abusadores; me mandó, además, una copia de la denuncia ante la Fiscalía capitalina por los abusos de los que fue objeto cuando era una niña.
Al terminar de leer su historia sentí que se me revolvía el estómago y también me dieron ganas de incendiarlo todo.
El 8M sólo es un día al año, una sola ocasión en la que ellas salen a las calles para hacerlas suyas. Lastimosamente, los abusos contra las mujeres suceden todos los días. ¡Ya basta!
En el baúl. Los movimientos en el INE van muy acordes con la política del partido en el Gobierno. Recientemente, un personaje cuestionado por su expertiz y su currículum fue cambiado del área de comunicación del instituto, a ser encargado de la transparencia del árbitro electoral. Esto sigue el ejemplo de lo que sucede en la administración federal, donde se han adueñado de la transparencia y donde en breve veremos a políticos y familiares, tomando esos puestos clave.
Basta por hoy, pero el próximo lunes… regresaréeeeeeeee!!!

