Justin Trudeau ha dejado de ser el primer ministro de Canadá en un momento álgido con las políticas y comunicaciones agresivas de Donald Trump. Si bien el líder canadiense ya estaba en problemas por escándalos económicos dentro de los altos mandos de su gobierno y por el desgaste de su figura política luego de más de una década en el poder, parece que el momento de su relevo no es el mejor. Canadá no puede permitirse un titubeo en el pulso económico y político con los Estados Unidos.
El Partido Liberal ha votado a Mark Carney como sucesor de Trudeau. Se trata de un experimentado economista que, si bien no tiene experiencia parlamentaria, ha sido gobernador del Banco de Canadá y del Banco de Gran Bretaña. Claramente la apuesta está girada hacia la guerra comercial que ha iniciado Trump y que el próximo primer ministro tendrá que gestionar. Sin embargo, la experiencia política y diplomática de Trudeau será difícil de suplir en una arena internacional crispada en la que no sólo hay que llevar bien las cuentas, sino comunicarse con fuerza al tiempo que se mantienen equilibrios y malabares diplomáticos magistrales.
Trudeau ha sido un gran primer ministro de cara a las relaciones internacionales de Canadá. También le ha sabido plantar cara a Trump desde su primer mandato hasta la guerra de tuits actuales en los que lo llama “el gobernador” haciendo alusión a su “invitación” o amenaza para anexar Canadá como un estado más en la Unión Americana. Trudeau ha salido a defender su postura con firmeza, tal vez ya quemando las naves al ser consciente de su inminente sustitución.
Carney y su equipo tendrán que decidir si seguir este camino de fuerza o “entregar” a su antecesor buscando un acercamiento más sutil al gobierno estadounidense. Por su parte, el equipo de Trump tendrá la oportunidad de reevaluar la estrategia y achacar la agresión a la persona de Trudeau, buscando un borrón y cuenta nueva en este peliagudo enfrentamiento.
Canadá ha mostrado que puede quitarse los guantes e ir a una guerra arancelaria con EU. Incluso la sociedad civil ya ha organizado un boicot a ciertos productos y empresas estadounidenses. Trudeau fue claro al anunciar que, de darse esta confrontación, responderían con fuerza y determinación. En estos momentos de tensión, la sucesión y una elección anticipada podrían inyectar una dosis extra de inestabilidad indeseable para la región. Es un mal momento para el cambio.
Si EU fuera razonable, aceptaría a Carney y cambiaría el rumbo de las cosas, achacándole a Trudeau la mala relación entre los países vecinos. Sería una salida digna a tan indigno comportamiento entre aliados y socios comerciales. Sin embargo, la dignidad y la prudencia no son rasgos comunes en la Casa Blanca hoy en día.