Circula el mito de que Donald Trump es un negociador eficaz por su experiencia en el mundo empresarial de Nueva York. Cuando las guerras y los conflictos internacionales son enfrentados desde rígidos criterios empresariales no necesariamente logran acuerdos sólidos o duraderos. Es lo que parece estar pasando con las treguas en Gaza y en Ucrania que Trump impulsa.
En una noche, Israel rompió unilateralmente el cese al fuego y bombardeó la franja de Gaza, provocando más de 400 muertos. Las Fuerzas de Defensa israelíes han informado que los ataques estuvieron dirigidos contra objetivos “terroristas”, pero las autoridades gazatíes han revelado que las víctimas de los bombardeos son, en su mayoría, mujeres y niños. Más de 48 mil palestinos han perecido en esta guerra o en esta nueva fase de una vieja guerra.
Benjamin Netanyahu ha justificado el ataque con la negativa de Hamas a continuar la liberación de los rehenes y al fracaso de las pláticas de mediación encabezadas por Steve Witkoff. Este multimillonario de los bienes raíces ha sido designado por Trump como enviado especial en el Medio Oriente. Además de su papel en la mediación entre Israel y Hamas, Witkoff está directamente involucrado en el diálogo entre Donald Trump y Vladimir Putin.

Ahora sí, a transparentar concesiones
Hace apenas dos días, Netanyahu había dicho que Israel se mantenía en la posición de respaldar la mediación de Witkoff y sostener la tregua. Unas horas después, la ofensiva aérea contra Gaza echó por tierra cualquier protocolo de entendimiento. ¿Recomendó Witkoff el abandono de la tregua o Netanyahu interpretó que un impasse en la negociación era suficiente para reiniciar la guerra?
En días pasados, Witkoff también viajó a Moscú y se reunió con Vladimir Putin. El magnate, amigo de Trump, es, por lo visto, mediador para las dos guerras: la de Gaza y la de Ucrania. La propuesta de cese al fuego en Ucrania parte de una solicitud de aceptación de Kiev de la pérdida de territorios en el Donbás y del compromiso de no ingresar a la OTAN, a cambio del retiro de las tropas rusas y la reformulación de la asistencia militar de Estados Unidos.
La negociación incluiría también el acceso privilegiado de Estados Unidos a la explotación de las tierras raras ucranianas, ricas en minerales para las nuevas tecnologías, a lo que Putin habría respondido con la contraoferta de inversiones en la propia Rusia. Lo cierto es que desde que comenzaron las conversaciones, la ofensiva rusa en Kursk se ha intensificado. Un diferendo o malentendido en la mediación basta para provocar un recrudecimiento de la confrontación bélica.
Trump, Putin y Netanyahu tienen en común una fatal desconfianza en las leyes internacionales. Las transacciones que están conduciendo son altamente peligrosas, porque en caso de desacuerdo la respuesta a la mano es guerra y más guerra, como acaba de comprobarse en Gaza. La precariedad de sus treguas es directamente proporcional a la arbitrariedad con que conducen sus negociaciones.

