Piense usted en el número de fotografías y videos que usted guarda en su celular, y en cuántas ha tomado el día de hoy. Ahora le pediría que les diera un vistazo y viera con cuántas se ríe o le parecen bonitas por el momento que fue y las personas que allí aparecen.
Tomamos fotos porque nos creemos incapaces de recordar todo lo que vemos y reímos, nos hemos vuelto flojos para almacenar recuerdos sin necesidad de mostrar “una foto” para explicarlo a los demás.
Como la conversación de:
-¿Qué te pusiste ayer?
– Ah! Pues mira deja te enseño una foto.
En este ejemplo cabemos usted y yo, estoy segura, pero si pensáramos en las madres buscadoras, en particular en Cecilia Flores, Presidenta fundadora de Madres Buscadoras de Sonora y México y defensora de Derechos humanos.
Recién cumplió años y compartió un video de “festejo” en un campo de terracería junto con otras madres buscadoras, un poco de celebración de vida pero sin la efusividad que conocemos.
Pero antes y después de ello, las fotografías que nos comparte en sus redes sociales son de cuerpos encontrados bajo la tierra, de osamentas y restos de quienes tuvieron una historia de vida y que terminaron siendo asesinados de maneras inimaginables.
En su timeline de X, antes Twitter las últimas fotos que publica son las de la Fosa número 1, después la de dos cuerpos encontrados en Hermosillo, otra de una fosa con un cuerpo en Colinas del Sur, Sonora y otra fosa en Nogales.
Su incansable y dolorosa labor nos la ha compartido y cada fotografía es un intento por entender lo que cada cuerpo abandonado significa para tantas mujeres y hombres que buscan a sus desaparecidos, que no saben si viven, si están muertos o si están expuestos de esta manera a animales, a basura, a tierra y al olvido.
Bien dicen que uno es por cómo se viste, por la gente que se rodea, por los hábitos que tiene en su vida, pero también por lo que vemos día a día, lo que fotografiamos y lo que nuestros ojos se acostumbran a ver.
Cecilia como tantas madres buscadoras han cambiado de manera radical sus vidas, su causa es encontrar y para ello hay que buscar por todas partes.
Sus fotografías no son del café de la mañana, de la última reunión con la familia, de los nietos, los hijos o el vestido que les gustó en ese aparador de la plaza comercial.
Las de ellas son de restos humanos que ni siquiera son de ellas, pero que pudieran serlo.
Las fotografías son el rastro de lo que vemos y cómo vemos alrededor nuestro, eso también forma parte de lo que somos. Y todavía hay quienes creen que la labor de las madres buscadoras no tiene sentido.
¿Qué hay en sus fotos?