Lo ideal es que las normas jurídicas sean eficaces y justas. Eficaces: que generen en las personas la obligación ética, asumida voluntariamente, de cumplirlas. Justas: que respeten los derechos, que realmente lo sean, de las personas.
Eficaces o ineficaces, justas o injustas, las normas jurídicas brindan seguridad: las personas, conociendo las reglas del juego, saben a qué atenerse. Y siempre es mejor tener esa seguridad, que no tenerla, lo que supondría estar a merced de la voluntad de quienes detentan el poder político, para obligar, prohibir y castigar, que siempre limita el ejercicio de la libertad individual y el uso de la propiedad privada, las dos caras de la misma moneda: la libertad siempre se ejerce sobre algún tipo de propiedad.
¿Cuándo hay inseguridad jurídica? O cuando las normas jurídicas cambian frecuentemente, para justificar legalmente las acciones de los gobernantes, o cuando los gobernantes, porque les conviene, no las cumplen. En ambos casos se pierde la confianza en los gobernantes, quienes, o cambian las normas jurídicas para adecuarlas a su conducta, respetando la forma (la legalidad), pero traicionando el fondo (la justicia), o simple y sencillamente no las obedecen, cayendo en el cinismo y la desfachatez, que es lo que hace Trump con relación al T-MEC: incumplirlo, por lo que ya no sirve como referente de seguridad jurídica en lo tocante a las relaciones comerciales entre mexicanos y estadounidenses. Unos y otros ya no sabemos a qué atenernos, sobre todo en lo relacionado con los aranceles, en general y, en concreto, con el arancel del 25% a la importación de autos a Estados Unidos.

Nuevo Consejo Presidencial
Según el T-MEC, si el 75% del contenido de un auto producido en México es de origen norteamericano (Canadá, Estados Unidos o México), no se le cobra arancel alguno si se exporta a los Estados Unidos. Esta es la norma jurídica vigente, que Trump no está dispuesto a respetar. A partir del próximo 2 de abril su gobierno gravará, con un arancel del 25%, el porcentaje del contenido de cualquier auto, producido en México, que no sea de origen estadounidense.
Cito del comunicado oficial de la Casa Blanca: “Los importadores de autos bajo el T-MEC tendrán la oportunidad de certificar su contendido estadounidense y se implementará un sistema para que el arancel del 25 por ciento sólo se aplique al valor de su contenido no estadounidense”.
Por su parte, “las autopartes que cumplan con el T-MEC permanecerán libres de aranceles hasta que el Secretario de Comercio, en consulta con la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EU establezca un proceso para aplicar aranceles a su contenido no estadounidense”.
Lo que está haciendo Trump, lo señaló Ildefonso Guajardo, negociador, de parte del gobierno mexicano, del T-MEC, es “cambiar de una regla de integración regional a una regla de origen nacional, cosa que no existe en ningún tratado de libre comercio del mundo”, libre comercio que nunca ha sido verdaderamente tal, sino comercio menos intervenido por los gobiernos, intervención gubernamental que, con los aranceles de Trump, aumenta considerablemente, alejándonos cada vez más del verdadero libre comercio, que se da si son los consumidores de cada país, comprando o dejando de comprar, sin ninguna intervención del gobierno, quienes determinan qué y cuánto se importa.
Continuará.

