HABLANDO DE DERECHOS

Incels Adolescencia, la serie

Jacqueline L'Hoist Tapia. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Jacqueline L'Hoist Tapia. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

Los hombres también buscan aprobación. Muchas veces se habla de la aprobación masculina por la que las mujeres supuestamente se esmeran en conseguir, y que la sociedad les enseña desde muy pequeñas a buscarla y vivir por ella.

En los últimos años, y con los movimientos feministas del último siglo, nos hemos dado cuenta del daño que hace inculcar este tipo de pensamientos o ideas, sin embargo, poco se habla de la aprobación femenina que se les enseña a los hombres y cómo también desde pequeños se les puede educar de manera errónea creando un efecto bola de nieve, donde se llega al punto en que, si no obtienen la aprobación, pueden llegar a radicalizarse. Éste es el caso de los incels o celibato involuntario, por sus siglas en inglés.

Este término tiene sus inicios en 1997, cuando una mujer canadiense inició un proyecto virtual para crear un espacio de apoyo y consuelo entre personas que, por razones ajenas a ellas, no tenían relaciones sexuales. Este proyecto tenía como objetivo expresar sentires en torno a la soledad y compartir experiencias en común. Lo que esta mujer no se imaginó, es que años después este proyecto daría paso a un fenómeno basado en la misoginia, que acrecienta cada vez más el discurso de odio hacia las mujeres y la comunidad LGBT+. Los incels son grupos de hombres heterosexuales que tienen dificultad para encontrar pareja o establecer relaciones sexuales y afectivas. Últimamente, se les ha llegado a considerar una subcultura digital, porque conviven mayoritariamente en espacios como redes sociales y foros anónimos. Sin embargo, su discurso se ha ido radicalizando cada vez más con el paso de los años. Este fenómeno nos habla de una frustración sexual trasladada y convertida en odio hacia las mujeres.

Recientemente, se hizo famosa la serie Adolescencia, que relata la historia de un niño de 13 años que asesina a una de sus compañeras, abriendo un poco más la conversación sobre este tema. Algo bueno que tiene la serie es que poco a poco va mostrando las dinámicas sociales que fueron orillando al niño a actuar con violencia: un entorno escolar hostil carente de atención, un mundo digital repleto de redes sociales que irónicamente aíslan a las juventudes y se convierten en un medio para reproducir hostigamiento y discursos de odio, poca o nula educación sexual y estereotipos de género, que idealizan la masculinidad como una sola forma de ser hombre.

Al final del día, es la violencia machista y los estereotipos de género los que generan la violencia. La normalización de las mujeres como objetos sexuales y la percepción de los hombres como sujetos que “conquistan”, refuerzan roles que encasillan tanto a hombres como a mujeres.

La tarea está en las familias y en las escuelas como fuentes principales de valores y principios, verificando la información que les llega y los ejemplos que están tomando y, por supuesto, una sociedad que deje de cargarle a los hombres atributos estereotipados sobre su masculinidad y hombría.

Defensora de derechos humanos, especialista en trato

igualitario y no discriminación, docente de la UnADEM

FB: Jacqueline L’Hoist

IG: Jacqueline.lhoist

@jacquie_LHoist

Linkedin: Jacqueline L’Hoist

Temas: