EL ESPEJO

La guerra errática de Trump con China

Leonardo Núñez González. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Leonardo Núñez González. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

El tan anunciado “Día de la Liberación” de Donald Trump se convirtió en un acto político hueco, pues en cuestión de días la guerra comercial declarada contra casi todo el mundo entró en una pausa debido al caos que generó en la economía global, al mismo tiempo que le ha aventado fuego al enfrentamiento con China.

La economía estadounidense, más que a liberarse, apunta a dinamitarse.

Las voces que advirtieron las múltiples consecuencias de una guerra arancelaria venían de casi todos lados, pero nadie tiene posibilidad o voluntad de oponerse a Trump. Su decisión intempestiva de imponer aranceles exorbitantes —hasta del 145%— a productos chinos se impuso, pero tuvo que ser revirtida parcialmente apenas horas después en algunos productos.

La política de Trump, errática por diseño y ejecutada desde impulsos viscerales, refleja los riesgos inherentes al hipercentralizar decisiones en una sola figura, especialmente cuando quienes lo rodean solo están interesados en mantenerse en gracia ante el todopoderoso. En cualquier entrevista los defensores de Trump no podían explicar las decisiones del gobierno más allá de alabar el “arte de la negociación” en el que su jefe se dice un maestro. Y la guerra con China no ha hecho más que entrar a una espiral de represalias de la que nadie sabe cuál será el resultado. Trump mantuvo las medidas más agresivas contra China, subiendo los aranceles a niveles insólitos, a lo que Beijing respondió con restricciones estratégicas a las exportaciones de tierras raras.

La disputa con China ha escalado a un nuevo nivel estratégico. Estas tierras raras, elementos vitales en la fabricación de autos eléctricos, aeronáutica, drones, armamento y semiconductores, son un área en la que China posee un dominio casi total. Por ejemplo, controla más del 90% del suministro global de disprosio, un metal indispensable para mantener el magnetismo en motores eléctricos a altas temperaturas, crucial para vehículos eléctricos y turbinas eólicas. Otro ejemplo es el terbio, del que China controla más del 95% de la producción mundial, utilizado en la fabricación de dispositivos láser, sensores y sistemas de defensa avanzados. Al suspender la exportación de estos materiales, China golpea a sectores estratégicos, mostrando claramente que, aunque las pérdidas sean bilaterales, tiene un control superior en este aspecto clave.

La reacción de los mercados ante estas decisiones confirma la percepción de inseguridad creada por Trump. Empresas como Apple enfrentan pérdidas masivas debido al encarecimiento abrupto de componentes clave, mientras que fabricantes automotrices y aeroespaciales podrían detener la producción por falta de materiales estratégicos. Trump mismo reconoció tácitamente el desastre económico al revertir parcialmente sus propias decisiones, pero sin abandonar su estilo confrontativo.

El peligro inherente a la concentración extrema del poder sin contrapesos se refleja en este episodio: decisiones apresuradas que ignoran las advertencias técnicas, eliminación y cambios intempestivos de políticas sin considerar sus consecuencias y anulación o abierta rebeldía contra las instituciones que obstaculicen las órdenes. En ese contexto, la asimetría de poder debido a que EU es una economía más grande que la China puede verse opacada.

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