SOBRE LA MARCHA

Lo que resiste, apoya (Zedillo vs. Sheinbaum)

Carlos Urdiales. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Carlos Urdiales. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

Ajeno al protagonismo implícito con el poder, Ernesto Zedillo Ponce de León decidió romper el silencio. El expresidente operó el anterior desmantelamiento institucional de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La breve historia desde esa remodelación al Poder Judicial ha sido benévola.

En la antesala de consumar una reestructura aún mayor que desborda el cauce de procesos articulados, caminamos hacia una elección popular de todas las personas juzgadoras, vivimos una etapa de ínfimo proselitismo que anticipa una votación paupérrima y la legitimidad pírrica de quienes resulten ganadores.

Ernesto Zedillo decidió hablar en contra de una reforma que, según él, nos ubica en el umbral del autoritarismo constitucional. Antes de Zedillo muchas voces alertaron sobre el peligro de una estrategia inspirada en un populismo inédito y revanchista, según apetitos y fobias del expresidente López Obrador.

Pero como esas voces pertenecen a la oposición política, y otras muchas no, sin embargo, la academia y la experiencia no son santos de la devoción de “ya saben quién”, fueron igualmente desatendidas. La crítica interna en la 4T no se practica. El aplauso oficioso y la obsecuencia legislativa son sello de este nuevo-viejo régimen.

Quizá Zedillo ha salido tarde de las sombras. O no. Lo hizo desde plataformas intelectualmente opuestas a la 4T. Sin embargo, su inusual presencia le viene bien a la Presidenta Sheinbaum. Abre para ella la oportunidad de tener su propio episodio de confrontación ideológica e histórica. Agrega una página con su firma a la colección de simplistas lecciones monográficas de las que su antecesor tanto gustaba para distinguir su “ideario”.

El error del 94 y el rescate bancario a través del Fobaproa serán base inevitable para una guerra discursiva, que puede trascender a la burda descalificación del mensajero y desperdiciar la oportunidad de elevar a reflexión social lo sustantivo.

La decisión democrática de ir ajustando el proyecto nacional, en función de los resultados que, a final de cuentas, siempre dependen de las circunstancias en cada periodo.

Gracias a Zedillo, la Presidenta Sheinbaum puede trascender la narrativa ramplona de AMLO y hablar de efectos, de causas, de perspectivas técnicas y su impacto en la estadística macroeconómica, de salud y educación pública y en desarrollo social.

Le da atención a una disyuntiva que atempere la polarización nacional tan fructífera para Andrés Manuel López Obrador y tan perjudicial para la discusión de la cosa pública por parte del pueblo en su conjunto, no sólo el de la épica cuatroteísta de primera generación.

No sobra echar luz a ciertos personajes menores, como un candidato a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, César Gutiérrez, hijo del defenestrado general Jesús Gutiérrez Rebollo, acusado y sentenciado por proteger narcos, ahora aparezca con unos audios, nunca revelados, acusando a la familia Zedillo de lo mismo por lo que su padre acabó en prisión. Esos queda-bien, nunca disimulan.

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