La reforma al Poder Judicial y la consecuente elección de personas juzgadoras a las que México se encamina el próximo domingo 1 de junio, no arreglará la mala impartición de la justicia, no le va a dar al pueblo ningún recurso para premiar o castigar a quien le cumpla o traicione.
La elección de personas juzgadoras tampoco será el fin de la democracia en México. Ni el abismo de toda trayectoria decente y profesional de gente que desarrolló, en el entramado institucional que estamos por alterar, una carrera proba y con vocación de servicio.
Votar el próximo 1 de junio será ejercer un derecho ciudadano, significará atender la convocatoria producto del trabajo legislativo de representantes populares y nacionales electos democráticamente el año pasado.

Importante reconocimiento a la SHCP
Votar el próximo 1 de junio también será nutrir una narrativa falaz y maniquea de Morena sobre la presunta panacea judicial que vivirá el país tras elegir a quién sabe quién, para qué sabrá quién.
Designar por el voto ciudadano a profesionales que atienden criterios técnicos alejados de la simpatía o su opuesto, por parte de los electores, es un sinsentido.
Si la reforma hubiese acotado la elección a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y al Consejo de la Judicatura o Tribunal de Disciplina Judicial, como se le conocerá, tendría un sentido de representación. Lo demás es cambiar para permanecer igual.
O peor, o quizá un poco mejor, lo que suceda será fruto de la fortuna, del azar. Y así no vamos a ninguna parte.
Existen alertas grandes y pertinentes sobre la inminente captura, por parte de poderes políticos y hasta criminales, de ciertas posiciones claves; juzgados, tribunales e instancias de revisión constitucional. Y la certeza de que hoy existen esos mismos defectos producto de la cooptación, la violencia y la incapacidad institucional para prevenir, detectar y corregir.
Votar o no votar el próximo 1 de junio será una decisión personal, hay opciones, sufragar para anular, para expresar desacuerdo, para refrendar no el apoyo a cualquier candidata o candidato sino por inercia ideológica, para apoyar a la 4T. La fe popular también cuenta.
Con muchos y graves defectos caminamos a una elección inédita. A una jornada sin resultados inmediatos. El INE será víctima de un proceso impuesto sin su correspondiente presupuesto, a contrarreloj, sin incentivos lógicos para atraer al electorado. Y así, deberá entregar lo que pueda, sin la certidumbre civil que se había construido hasta ahora.
Apunte. El aniversario número 16 de esta casa editorial es para celebrarse.
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