ENFOQUE MANUAL

El morbo de la muerte

Laura Garza<br>*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.<br>
Laura Garza*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

El asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, colaboradores de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México fue un rudo y duro golpe para la capital, el gobierno y a quienes habitamos esta caótica y bella ciudad.

Eran pasadas las 7 de la mañana, a plena luz del día, en una avenida rápida que suele tener mucho tráfico llegó Ximena en su camioneta para recoger a su compañero, en la espera un hombre con casco de motocicleta se encontraba a una muy corta distancia del cofre del auto, como si quisiera cruzar la avenida.

De pronto el hombre soltó alrededor de 12 disparos, la camioneta alcanzó a avanzar un poco al momento en que Ximena perdió la vida y soltó (quizá) el freno.

Cuando ocurre una muerte como esta, pueden aparecer los curiosos para acercarse y ver qué sucedió, quién y cómo quedó la escena.

De eso no vimos mucho, seguramente corrieron los reportes hasta la llegada de la policía y demás autoridades capitalinas.

Hace algunos años organicé un curso de la fotografía de nota roja, y los alumnos y profesores recorrimos la Ciudad de México de noche con los llamados que recibía la prensa de este género con atropellos, asaltos, choques, o asesinatos.

Todo era de madrugada, por un momento fue un accidente tras otro, y unos más con espacios largos entre ellos.

La adrenalina que es correr “tras la muerte” te corre las venas y vas con la cámara bien agarrada porque no sabes cómo vas a actuar cuando frente a ti esté el cuerpo de uno o una desconocida sin vida.

La dinámica de prensa era en ese tiempo una especie de carrera con los paramédicos, la policía y los familiares del fallecido. Había que llegar antes, hacer las fotografías periodísticas y esperar.

Usted preguntará ¿por qué? Pues porque si llegan los paramédicos antes, cubren el cuerpo, y no dejan acercarse. La policía porque comienza a acordonar el área y no te permitirá hacer una “fotografía de nota roja” como debe de ser y por último la familia, porque si ellos llegan antes que todos, no te dejarán acercarte, ni mucho menos sacar tu cámara.

No puedes, no hay manera, y si es una zona peligrosa, pueden llegar grupos de amigos o familiares a agredirte por querer fotografiar a su amigo; y tienen razón.

No hay nada qué objetar a los tres, a los paramédicos, a la policía y a la familia. En realidad pareciera que el que sobra es uno como fotoperiodista, pero el trabajo se debe hacer.

Ahora, allí también platicando con uno de los paramédicos que me pidió mi teléfono para mandarme las fotos del joven que acababa de morir tras impactar su moto detrás de un coche y que habíamos llegado unos minutos después y ya estaba cubierto con una manta.

Y allí me habló también del casual negocio que había con las fotos, pues si lo fotoperiodistas no llegaban a tiempo, ellos las tomaban sabiendo que “las necesitarían”, en fin, algunas ocasiones como negocio, y otras como camaradería.

Todo esto le cuento al ver esta foto que circuló es claramente de un oficial que vigilaba la zona. Ximena aún no está cubierta, incluso los dos hombres del otro lado, junto al cristal roto solo observan, como si hubiera algo más que ver a detalle.

El reflejo del oficial está en la puerta del copiloto. Para su mala suerte aparece y toma la foto con su celular.

Lo que me lleva a reflexionar ¿para qué la toma? ¿la necesita para su trabajo? ¿Por qué la tomó en vertical?

Estas fotos no deberían de filtrarse, no deberían de estar en los teléfonos de quienes no necesitan tenerla.

El morbo, la necesidad de tener una imagen para compartirla en redes, y eso incluye Whatsapp, es una irresponsabilidad.

Más allá del respeto a la víctima, es entender que la fotografía debe de ser periodística o informativa, y nadie en una escena como esta debería de fotografiar. ¿Para qué?

No podía dejar de hablar de esta foto, como una irresponsabilidad.

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