Para quien observa desde afuera es fácil juzgar y declarar culpables a todos los israelíes por la guerra en Gaza. “¿Dónde están los israelíes morales?”, preguntan en sus cuentas de Twitter. Para los críticos de oficina, cómodamente instalados detrás del teclado, es sencillo decir que “si ellos estuvieran en la misma situación”, saldrían a las calles a oponerse a la guerra, se negarían a servir en el ejército o incluso abandonarían el país como forma de protesta.
Para miles de israelíes que se oponen a la guerra —la mayoría aún en silencio—, la realidad, sin embargo, es mucho más complicada de lo que imaginan los activistas en Instagram. Para las figuras públicas, en un ambiente marcado por la guerra y el extremismo, cualquier expresión de oposición puede resultar en ostracismo o en la pérdida de sus trabajos; para los reservistas que se niegan a seguir sirviendo en el ejército y quienes protestan en las calles, la oposición puede traducirse en prisión. Para los políticos de oposición, en el fin de sus carreras.
Aun así, a pesar de las posibles consecuencias, tanto líderes como ciudadanos de a pie han decidido romper el silencio y exigir el fin de la guerra en Gaza.
Alrededor del 80 % de los israelíes están a favor de un cese de la guerra a cambio del regreso de los rehenes en manos de Hamas. Durante meses, cientos de miles han salido a las calles a exigir su liberación. Muchos en Occidente acusan a los israelíes de ignorar el sufrimiento en Gaza. Sin embargo, quienes luchan por la liberación de los rehenes tienen claro que su regreso sólo podrá lograrse con el fin de la guerra. Es cierto que resulta más fácil exigir la vuelta de los rehenes que un alto al fuego, pero para quienes están involucrados en esta lucha, ambos objetivos son sinónimos: se trata de poner fin a esta tragedia, no de complacer los deseos de los críticos en los campus de Estados Unidos.
Conforme pasan las semanas y Netanyahu decide ignorar incluso al presidente de Estados Unidos, profundizando la guerra, las imágenes del sufrimiento en Gaza llegan con más fuerza a los ojos del público israelí. Como consecuencia, la oposición a la guerra se ha vuelto más explícita: reservistas que, tras meses de servicio, se niegan a regresar a Gaza; manifestantes que intentan asegurar el paso de ayuda humanitaria; e incluso, en un soplo de aire fresco ante la falta total de liderazgo opositor, Yair Golan —líder del partido “Demócratas” (antes Laborista)— ha condenado abiertamente las intenciones de los políticos de la coalición de obliterar Gaza.
Quienes se quejan de que los israelíes no han hecho lo suficiente pierden de vista el heroico esfuerzo de quienes no sólo temen las consecuencias de su oposición, sino que también han sufrido en carne propia la masacre de Hamas y el fuego enemigo, que no ha cesado en más de un año y medio.
