VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Trump quiere que la guerra en Gaza termine

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

Fue el mismísimo Donald Trump quien confirmó los rumores sobre su creciente animadversión hacia el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Frente a las cámaras —y después de que el propio Netanyahu lo negara públicamente— el presidente afirmó que recientemente advirtió a Netanyahu que no atacara a Irán, ya que Estados Unidos estaba a punto de cerrar un acuerdo nuclear con el régimen de Teherán.

No fue la única vez esta semana que Trump se dirigió públicamente al primer ministro israelí. A bordo de su avión, el presidente declaró que la guerra en Gaza debe terminar lo antes posible.

A diferencia de los países árabes del Golfo Pérsico, Netanyahu no puede ofrecerle a Trump tratos multimillonarios ni, al parecer, una victoria histórica como la que el presidente esperaba. La guerra en Gaza se ha convertido, para Trump, en un problema político, en un dolor de cabeza diplomático sin ningún beneficio para Estados Unidos. Además, Trump no es indiferente ante las imágenes del desastre humanitario en Gaza, ni al sufrimiento de las familias de los rehenes israelíes en manos de Hamas.

Trump ha decidido, entonces, que esto debe terminar, y que Netanyahu tendrá que ceder. Es posible que, en las próximas horas, se anuncie un acuerdo de cese al fuego. La diferencia, esta vez, es que Estados Unidos aparentemente habría ofrecido a Hamas garantías de que Israel no se retirará de la mesa de negociaciones para un acuerdo permanente, como ocurrió tras el cese al fuego anterior. El acuerdo de 60 días incluiría la liberación de 20 rehenes (10 al inicio y 10 al final), la liberación de cientos de presos palestinos, el cese de las hostilidades, el repliegue de las fuerzas israelíes y la entrada de ayuda humanitaria.

Ya han pasado más de 600 días desde el inicio de esta cruenta guerra, con decenas de civiles palestinos muertos y decenas de israelíes aún secuestrados por Hamas, mientras sus familias —y un país entero— esperan su regreso. 600 días, cuesta creerlo. Netanyahu, temeroso de perder las elecciones y enfrentarse como ciudadano común a múltiples juicios por corrupción, ha hecho hasta lo imposible por mantener su coalición de ultraderecha en el poder. Las familias de los secuestrados claman por un acuerdo. La economía, cada vez más frágil, se resquebraja con un déficit creciente. El país se encuentra al borde de una guerra civil. Las encuestas muestran que el 80 % de la población apoya un cese al fuego. Y sin embargo, nada de eso parece importarle a Netanyahu.

Pero la presión de Washington es otra historia. La presión de Washington, sin embargo, en un asunto distinto. Trump ha decidido terminar con esta guerra.

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