Vimos, en el anterior Pesos y Contrapesos, que en abril el 39.8% de la población ocupada percibió hasta un salario mínimo; el 29.2% ganó más de un salario mínimo y hasta dos; el 5.9% percibió de dos a tres salarios mínimos; el 2.2% ganó más de tres salarios mínimos y hasta cinco; y el 0.9% percibió más de cinco salarios mínimos.
El 69.0% de la población ocupada ganó hasta dos salarios mínimos, no más de $557.60 diarios, siendo éste, la baja capacidad para generar ingreso, el principal problema que enfrentamos en materia de bienestar, que depende de la cantidad, calidad y variedad de los bienes y servicios de los que se disponen para satisfacer necesidades, la mayoría de los cuales hay que comprar, para lo cual hay que pagar un precio, para lo cual hay que generar ingresos, para lo cual hay que tener trabajo, para lo cual hay que crear empleos, para lo cual debe invertirse directamente, para lo cual se debe tener confianza, para lo cual se requiere del Estado de Derecho, del reconocimiento pleno, la definición puntual y la garantía jurídica de los derechos, en este caso de los empresarios, que son el derecho a la libertad individual para producir, ofrecer y vender, y a la propiedad privada sobre los medios de producción necesarios para poder producir, ofrecer y vender, Estado de Derecho que tiene como elemento principal la impartición imparcial de justicia, algo que la reforma judicial pone en entredicho.
Retomo el tema: uno de los principales problemas que enfrentamos en materia económica es el de la baja capacidad para generar ingresos (el ingreso se genera en función de lo que alguien está dispuesto a pagar por el trabajo de alguien más, no se distribuye a partir de un fondo común del cual alguien reparte dinero entre todos), problema que tiene una doble solución. La primera tiene que ver con la productividad, la segunda con la relación entre la demanda y la oferta de trabajo en cada mercado laboral. Para que aumenten los ingresos se requiere, en primer lugar, que la productividad de los trabajadores aumente y, en segundo, que la demanda de trabajo, de parte de los empleadores, sea mayor que su oferta, de parte de los trabajadores.
A los economistas se nos llena la boca diciendo que, para que aumenten los salarios, se requiere que aumente la productividad de los trabajadores, lo cual es verdad, pero no toda la verdad. El aumento en la productividad es condición necesaria, más no suficiente, para que aumenten los salarios.
Para entender el tema de la productividad, relacionado con el aumento en los salarios, imaginemos una persona cuyo oficio sea clavar clavos y que cobra $1.00 por clavo clavado. Supongamos que la única herramienta con la que cuenta para clavar los clavos es su pulgar y que en una hora logra clavar uno. ¿Cuánto gana? $1.00. Supongamos que sustituye el pulgar por un martillo y que ahora, en una hora, clava cien. ¿Cuánto ingreso genera? $100.00. ¿Por qué, si en ambos casos trabajó una hora, en el segundo generó cien veces más ingreso? Porque se volvió más productiva. ¿Y por qué se volvió más productiva? Porque el martillo es una herramienta mucho más eficaz que el pulgar para clavar clavos.
Lo anterior tiene que ver con el capital, definido como todo aquello que se necesita para producir bienes y servicios.
Continuará.