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El problema de la gentrificación no son los extranjeros

Antonio Fernández. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Antonio Fernández. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: La Razón

El término gentrificación surgió en Inglaterra en el año de 1964, acuñado por la socióloga Ruth Glass, y se deriva del término gentrification, que a su vez proviene de gentry, que se refiere a clase social alta o nobleza de un lugar. Fue utilizada para referirse al hecho de que la clase media y alta se traslada a vivir a lugares donde vivía la clase trabajadora, desplazándola y convirtiendo el barrio en una zona más lujosa y con una composición social de personas con mayores recursos económicos.

La gentrificación no es un problema exclusivo de la Ciudad de México, sucede lo mismo en las grandes ciudades del mundo: Londres, Madrid, Ámsterdam o Barcelona, así como en otras ciudades de México, como Monterrey y Guadalajara, y lo que sucede es que a los jóvenes, muchos de ellos nómadas digitales, les gusta disfrutar de las ciudades con vida social, por ello buscan vivir en lugares céntricos, donde hay bares, restaurantes y todos los servicios públicos, además la CDMX les ofrece tolerancia y apertura.

La gentrificación de la CDMX es un problema complejo, donde intervienen varios factores: el primero de ellos es la poca construcción de vivienda social en los últimos 50 años, los grandes desarrollos inmobiliarios fueron las unidades habitacionales Miguel Alemán, Tlatelolco, Plateros y Villa Olímpica, todas promovidas por el Gobierno federal, mientras que los desarrolladores privados construyeron, en las décadas posteriores, principalmente en los suburbios, como Chalco, Tecámac, Los Reyes, etc., a dos horas de distancia del centro de la CDMX, resultando lugares poco atractivos para vivir.

El crecimiento comercial de las colonias Roma, Condesa, San Rafael, Juárez y Nápoles, han producido la gentrificación, por ello los nuevos colonos están dispuestos a pagar rentas más elevadas, entre un 100 y 200 por ciento, y las nuevas viviendas son de precios de por lo menos cinco millones de pesos, haciendo que sólo las clases medias altas puedan adquirir una vivienda nueva en estas zonas.

Aunado a lo anterior, se ha desarrollado lo que se llama la “gentrificación verde”, que se refiere a los proyectos ecológicos, como ciclovías, parques, edificios con sistemas de ahorro de agua y energía que sólo benefician a esos nuevos residentes y motivan a que lleguen más residentes de altos recursos económicos, además de que dichas zonas reciben una mejor seguridad pública que el resto de la ciudad.

Las ventajas de vivir en zonas gentrificadas, por la que los extranjeros buscan instalarse a vivir ahí, es para tener vida social plena, además, de la buena recepción por parte de los mexicanos, por eso resulta muy extraño que en la protesta del pasado fin de semana en la colonia Condesa, se hayan manifestado en contra de los “gringos”, cuando es más que evidente su amplia aceptación en el paisaje urbano, por ello las autoridades deben investigar lo sucedido.

Para desactivar la gentrificación el gobierno de la CDMX tiene que fomentar la construcción de vivienda popular en colonias aledañas al centro, mediante la facilitación de todos los trámites administrativos, pues resultan tortuosos muchos de ellos, como el trámite del Certificado de Uso de Suelo, el cual tarda dos meses en expedirse, cuando hace unos meses era instantáneo de forma electrónica, además se debe atacar el alto índice de corrupción en las alcaldías, cuestiones que reducen y encarecen la construcción de vivienda social en la CDMX.

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