La Guelaguetza es la principal celebración de los pueblos que integran Oaxaca y se ha convertido en un referente nacional e internacional por su riqueza y valor cultural, porque refleja el espíritu y la diversidad de Oaxaca y de México, heredada de los pueblos nativos de esta tierra.
El nombre de esta celebración se deriva de la palabra del zapoteco Guendalezaa, que significa “ofrenda” o “acción de dar”, con raíces profundas desde tiempos prehispánicos. Originalmente, surge como un ritual para honrar al dios de la lluvia y a la diosa del maíz, la diosa Centéotl, para pedir buenas cosechas y agradecer los dones de la tierra.
Con el tiempo, la ceremonia evolucionó en su significado, yendo más allá de la ofrenda material, para representar ahora el compromiso colectivo con la comunidad, el dar sin esperar retribución, la construcción de redes de solidaridad y de ayuda mutua entre las comunidades y las personas.

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Por eso hoy es una convivencia intercultural en la que cada baile, cada traje, cada canto, cada platillo son un ritual y una manifestación viva de nuestro vínculo espiritual con nuestra historia, con nuestras lenguas originarias y con nuestros ancestros; con nuestra madre tierra, que nos regala hermosos paisajes en cerros, valles y ríos para conectarnos con la naturaleza.
De esta forma, la Guelaguetza se vuelve una celebración cultural, un reconocimiento de un pasado y una expresión viva de la vigencia de nuestros pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas, de su historia profunda, de su generosidad y de su comunalidad. Una celebración que desde el comienzo de nuestro gobierno se ha convertido nuevamente en una fiesta popular, en donde nuestra cultura dejó de ser vista como una mercancía para convertirse en un homenaje a nuestra herencia ancestral y orgullo por nuestras raíces.
En los últimos tres años, hemos rescatado actividades con una profunda riqueza histórica que los gobiernos del pasado habían abandonado porque no les representaba una ganancia monetaria y, sobre todo, porque no se sentían identificados con ellas. Dejamos atrás esa lógica monetarista y le dimos un nuevo impulso popular, una fiesta de todas y de todos, que se ha llevado a las calles, a las plazas y a todos los espacios de encuentro de nuestra gente.
Hoy, la Guelaguetza es más que los Lunes del Cerro y es para todos, no sólo para un pequeño grupo que lucraba con ella. Este nuevo enfoque permite también que recibamos más visitantes que conocen con más profundidad la esencia de Oaxaca y sus pueblos, generando una derrama económica que beneficia a miles de familias oaxaqueñas.
De eso se trata hoy la celebración que sucede durante el mes de julio, en el que abrimos las puertas de Oaxaca a nuestras hermanas y hermanos de todo México. Los esperamos con el corazón y los brazos abiertos en el corazón cultural y gastronómico de México.

