La psicología nos ha mostrado que a amar se aprende. Del mismo modo podemos decir que el odio también puede enseñarse y, lo que es peor, manipularse con fines políticos.
En los últimos días un pequeño poblado en el sur de España ha sido el nuevo escenario de la violencia racista. Torre Pacheco, al sur del país, es un poblado de agricultores que produce y exporta más de la mitad de los melones que se consumen en España y Francia. Con una población multicultural, cuyo principal origen es Marruecos, es un lugar en el que los migrantes han tomado las extenuantes, imprescindibles y mal pagadas labores del campo. Este tranquilo paraje ahora ruge con esvásticas tatuadas en sus muros.
Parecería que todo empezó con Domingo, de 68 años, que denunció que tres jóvenes lo golpearon sin piedad. Los chicos, reportó, hablaban árabe. La indignación corrió y los buitres no tardaron en llegar. Aunque los culpables fueron detenidos inmediatamente y se comprobó que no pertenecían al poblado, los influencers y políticos xenófobos agitaron las redes y llamaron abiertamente a sus seguidores a ir a Torre Pacheco a “cazar al moro”. Disturbios, heridos, consignas y una población asaltada por el oportunismo de un partido, Vox, que ha hecho de la persecución del inmigrante su carretera al poder.

Reconocimiento al Ejército
La población de Torre Pacheco no salió a las calles a cazar a sus vecinos, lo hicieron jóvenes ideologizados que convocados por redes y que provenían de otras regiones. Los inmigrantes más jóvenes salieron armados con lo que podían para defenderse mientras sus autoridades políticas y religiosas los llamaban a la calma. Es un problema creado. Una manipulación mediática para encender la hoguera del debate nacional. Domingo y Torre Pacheco son un pretexto para ganar votos.
España no subsistiría sin la inmigración. Es un país envejecido que no puede sostener sus planes de pensión ni atender sus campos. En el último año su tasa de nacimientos cayó en un 38%, siendo una de las más altas en la Unión Europea.
Sin embargo, el racismo viene en aumento. Vox quiere “salvar al pueblo” expulsando a millones de migrantes de primera y segunda generación, y lo hace porque el odio es un sentimiento que manipula con gran efectividad.
Propagar el odio es muy sencillo y es una estrategia vil y oportunista. En lugar de que los políticos enfrenten la ineficacia de las instituciones españolas, su corrupción y los problemas acuciantes que vive el país, han decidido irse por la sencilla estrategia de buscar un chivo expiatorio: el inmigrante. Generar un enemigo común al cual achacarle los males del universo. Presentarse como el paladín que acabará con semejante villano y esperar que el temor y el clamor popular los aúpe al poder. Simple, sencillo, eficaz e inmoral.

