En el ajedrez profesional, hay partidas que no se ganan con un jaque mate estruendoso, sino con movimientos silenciosos que van cerrando el tablero, hasta dejar al rival sin opciones. En 1985, Garry Kasparov ofreció una clase magistral de ese estilo: sacrificó piezas clave, dejó espacios vacíos a propósito, y mientras su oponente pensaba que tenía ventaja, el desenlace ya estaba sellado. Cuando el jaque fue evidente, ya no había escapatoria.
Eso ocurrió este fin de semana en el Consejo Nacional de Morena. Sin grandes discursos ni golpes sobre la mesa, Claudia Sheinbaum ejecutó su jugada: consolidó el rumbo político del partido y dejó claro quién manda.
Muchos callaron. Otros, simplemente no se presentaron. Las ausencias no fueron casuales: fueron calculadas. Detrás de cada silla vacía hubo un cálculo, una omisión, o una rendición disfrazada de indiferencia. Lejos del ruido, lo que realmente ocurrió fue que el nuevo orden morenista quedó trazado... y la Presidenta ya mueve sola las piezas.
La ausencia más notoria fue la de Andy López Beltrán. No fue un error de agenda ni una desorganización. Fue un síntoma. Todo indica que su desaparición del tablero será paulatina pero definitiva. Sobre él y su círculo más cercano pesan señalamientos graves: tráfico de influencias, monopolios en la compra de medicamentos a sobreprecio, operaciones en esquemas de huachicol fiscal y vínculos con personajes investigados por agencias internacionales. El cerco aprieta. Y mientras las autoridades estadounidenses lo observan de cerca, desde México ya comienzan a marcarle distancia.
Porque en la nueva etapa de Morena, no bastará con apellidarse López ni presumir sangre revolucionaria. Hoy el poder se ejerce de otra forma. Con claridad. Con frialdad. Con determinación. Y principalmente, sin Andrés Manuel y sus operadores. Se acabó la soberbia de quienes pretendían extender el mandato del expresidente pasando por encima de Claudia.
Como en el ajedrez de alto nivel, las piezas que parecían más fuertes fueron sacrificadas para abrir camino. Y quien no lo entienda, o tarde en entenderlo, terminará fuera del tablero.
Esa fue la lectura política del fin de semana. Silenciosa, firme, irreversible. El jaque está en curso. Usted, ¿ya lo vio?
Reenviado. Y el que entendió todo y rápido, fue Manuel Velasco, quien publicó una fotografía con la Presidenta junto con un acertado mensaje:
“Hoy tuve el honor de saludar en Palacio Nacional a la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, a quien le reiteré todo el respaldo del Grupo Parlamentario del Partido Verde en el Senado de la República”. “Nuestro compromiso es apoyar a la primera muįer Presidenta y ambientalista en la historia de México para sacar adelante su agenda de reformas y construir un futuro más verde y de mayor bienestar para todas y todos los mexicanos”.
Al buen entendedor, pocas palabras…