“Mujeres, están fracasando, están erradicando la masculinidad”, comenzó diciendo el que cuando fue campeón Sub-17 por México, nos llenó de orgullo a millones de personas. “No le tengan miedo a ser mujeres, a permitirse ser lideradas por un hombre que lo único que quiere es verlas feliz” continuó diciendo Javier Hernández, Chicharito.
Pues bien, ante eso de “permitirse ser lideradas por un hombre”, nadie debe de pasar por alto que vivimos en un país donde el 34.5 por ciento de los hogares son liderados, en todos sentidos, por una mujer.
Lo dicho por Javier Hernández Chicharito provocó todo tipo de reacciones, aplausos cómplices o abucheos digitales, pero también evidenció más violencia reactiva contra las mujeres.

Reconocimiento al Ejército
El Club Chivas anunció que procederá conforme a reglamento y una de las marcas patrocinadoras del futbolista se deslindó de su postura, aunque sin mencionar el nombre en sus comunicados.
Javier Hernández subió después una historia a su cuenta de Instagram (que sólo duran 24 horas) con un texto en el que no se disculpa, pero “lamenta” que sus palabras hayan causado “confusión o molestia”. Desafortunadamente va más allá de eso.
Porque el peligro es tropezarse inevitablemente con lo que desde hace varios años se configura como la cultura “incel”. Un término que viene del inglés involuntary celibate, traducido como celibato involuntario.
Se acuñó en la década de los 90, a raíz de un foro creado por una joven para hablar de “la soledad sexual” con personas de todo el mundo, en un espacio que pretendía cuidar la empatía, inclusión y el respeto a toda opinión.
Pero como suele pasar en el mundo digital, las cosas se salieron de control.
Dichos espacios en Internet comenzaron a expandirse y los fueron ocupando hombres con expresiones machistas y de desprecio hacia las mujeres, culpándolas de su falta de vida sexual o social.
Una década después, a este “odio digital” se le atribuyeron trágicas consecuencias.

En mayo de 2014, Elliot Rodger asesinó a seis personas en Isla Vista, California y más de 10 quedaron heridas. Tenía 22 años y antes de abandonar su vivienda para cometer los crímenes en diferentes ubicaciones, subió a su canal de YouTube un video titulado “Retribución”.
Ahí compartió decenas de páginas en las que expresaba su desprecio a las mujeres que lo habían rechazado y a los hombres sexualmente activos, los denominó “Chads”.
Él se describía a sí mismo como víctima de la “injusticia sexual” y terminó suicidándose antes de ser detenido.
Sin embargo, el hecho lo convirtió en una suerte de referencia dentro de la llamada “comunidad incel” y desgraciadamente no fue el único caso que desembocó en un crimen de odio.
Alek Minassian mató a 11 personas en Toronto, Canadá, en 2018. Las atropelló con una camioneta, proclamándose participante en una “rebelión incel”.
El propio FBI bautizó estos casos como “terrorismo misógino”, por estar ligados a “ideologías incel”, que es algo bastante complejo por sus términos para referirse a las mujeres que odian, como “femoids” o “Staceys”.
Pero además, los “incel” se homogeneizaron con otro movimiento denominado Manosphere, manosfera o machosfera, que es una red de comunidades de varones en contra del feminismo y el empoderamiento de las mujeres.
Entre ellas se encuentra la Red Pill —o píldora roja— (que hace alusión a la cinta Matrix donde el protagonista debe tomar una pastilla roja para “ver la verdad”) donde se enaltecen los valores tradicionales de la masculinidad.
Otros se identifican como MGTOW (Men Going Their Own Way), hombres que siguen su propio camino, y en este caso tienen como marco conceptual el mantenerse lejos de las mujeres, que según ellos, dañan a la sociedad.
Un estudio realizado en 2020 por la organización británica “Hope no Hate” señala que la “manosfera” influye en las creencias de los jóvenes sobre el feminismo.
El informe encontró que el 50 por ciento de los hombres jóvenes de entre 16 y 24 años en aquella región, cree que el feminismo dificulta que los hombres tengan éxito.
En México no hay registros públicos de ataques letales “incel”, pero su caldo de cultivo circula palpablemente en redes sociales y grupos cerrados.
El discurso del Chicharito Hernández puede ser su simple opinión personal, como algunos justifican, pero al tratarse de una figura tan influyente como él, lleva implícito el riesgo del impacto negativo, en un país tan violento contra las mujeres como México.
Normalizar la subordinación femenina desde la voz de un ídolo no es cosa menor, en este país donde la indiferencia o el consentimiento pasivo a la violencia de género es un hecho.
No olvidemos que en la pirámide de la violencia contra las mujeres, los comentarios “sutiles” son la base sobre la que se construye un feminicidio…
