La mazorca se desgrana, se rompe su estructura, la alineación de los granos pierde su fortaleza, se desprenden y desarticulan con facilidad. Así la clase política bajo la denominada pax narca. Momentos de crisis y control que establece la delincuencia, aplicando fuerza, temor y violencia, sojuzgando comunidades, con el contubernio de autoridades políticas y de seguridad. Hasta que caiga un grano político pesado, como Ovidio en EU.
La resonancia de Tabasco es intensa, expone localmente la pax narca. La denuncia pública de un mando militar actualizó informes de inteligencia difundidos por Guacamayas, provenientes de la extracción de servidores de la Defensa; puso el tema en la mesa pública, en contra de un exsecretario de Seguridad Pública, que en funciones dirigía simultáneamente al grupo criminal denominado La Barredora, vinculado a un exgobernador y exsecretario de Gobernación, actual senador y cuasi hermano de un expresidente de la República. Colocó en crisis a la clase política, expuso rupturas con un “no estás solo”; va de lo local-regional a lo nacional-internacional. Golpea instituciones del poder político y militar, expuso redes de poder, de complicidades, corrupción e impunidad. No hay asombro, un modus operandi vigente, en donde la prostitución de instituciones, gobiernos y autoridades se normaliza. El portafolio delictivo comprende colusión de autoridades con delincuentes, tráfico de influencias, botín de recursos públicos, robos, extorsiones, homicidios, engaños al pueblo y fraudes a la nación.
Hay dudas de si la acción provino del poder presidencial o por imposición del Gobierno estadounidense. O si hubo deslindes proteccionistas de poderes fácticos, por malos repartos de ganancias, u omisiones normativas que debilitan la estabilidad y gobernabilidad; una pax narca transformada en imperio criminal, que creció más allá de Tabasco, a Chiapas, Quintana Roo y la Ciudad de México, usufructuando obras faraónicas del pasado reciente, afectando las finanzas soberanas con el huachicol y violentando la relación con EU, cuyas listas de narcopolíticos ponen en jaque al poder local-nacional; el morbo horroriza ante los saqueos a las arcas públicas, sepultureros de instituciones y de toda moral pública.

Góbers felices en el sorteo
La milpa de mazorcas del sureste ha dado granos podridos de a libra, la sociedad a la expectativa, el control político y social se mantiene, hay un disfraz discursivo que opaca el escándalo que grita la pax narca. Quizás la cortina silenciosa de humo o el paso del tiempo logren salvar el caso de Hernán Bermúdez Requena, y su historia no impacte, o sea sustituido por otros casos, como el de la maestra jubilada y taxista Irma Hernández Cruz, secuestrada y asesinada en Veracruz, o por jocosas notas deportivas o de espectáculos.
Desde luego, la pax narca ha empoderado a delincuentes, puesto en indefensión a la sociedad, a pesar de las estrategias de seguridad para sustituir los abrazos o balazos del pasado, que requieren del Gobierno y la sociedad compromiso con el interés nacional, el necesario desarrollo y las seguridades pública y nacional.
La misma mazorca que genera el pozol y el pozole, hoy muestra la pudrición política consistente con una trágica pax narca.

