SOBRE LA MARCHA

La compañera austeridad ha muerto

Carlos Urdiales. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Carlos Urdiales. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

Dice bien la Presidenta Claudia Sheinbaum, “cada quien será recordado por su comportamiento”. El segundo piso de la 4T deja claro que la franciscana épica de su líder fundacional sobre 200 pesitos en la cartera y un par único de zapatos bastaban para ocuparse de salvar la patria, quedó atrás.

Atrás y bien lejos, digamos en Tokio, Japón; Lisboa, Portugal, o Madrid, la cosmopolita capital española. La magia mediática de nuestros pueblos no encanta más a los nuevos machucones de la Cuarta Transformación.

Los icónicos posteos del entonces presidente AMLO, a pie de carretera metiéndole diente al tamal de chipilín o sentado en sencillos muelles dedicados a la pesca alejados del sopor turístico paladeando fritangas del mar, eran cosa de él, no de la nueva nomenclatura morena.

En el nuevo régimen político, como en el viejo y como antes en el anterior, el pudor se evapora al calor del ejercicio pleno del poder.

A través de lejano cristal miramos como un exjefe de jefes de la billonaria empresa Astronomer, Andy Byron, captado in fraganti en musical romance con otra ejecutiva de la empresa, fue suficiente para que ambos estén hoy fuera de la misma.

Es decir, un asunto privado contrario a la norma de cumplimiento corporativo expuesto públicamente, tuvo consecuencias. La viral estampa no configuró ningún delito; sin embargo, la ética política de la compañía y de los involucrados obligó a deslindes de facto sin trampas en la narrativa. Sin demagogia.

Acá, tierra de pueblo bueno y gente bien humanista, la exhibición en medios y redes sociales de líderes legislativos, de partido oficial o de funcionarios de primer nivel del Gobierno federal, en viajes disfrutando de lugares, comidas o comprando en tiendas de lujo y renombre global, no implica consecuencia alguna.

Si estaba en un hotel cuya tarifa por hospedaje supera cualquier presupuesto asequible para 99 por ciento de los mexicanos, la explicación termina en que era dinero del personaje, no del erario y, por tanto, no de la gente.

Si el número dos —es un decir— del partido oficial viste Prada y no asiste al Consejo Nacional de Morena por estar descansando en Japón, nada pasa.

Que las cuentas entre ingresos y egresos personales cuadren o no será lo de menos, también hay rentas sabor chocolate que pueden endulzar, sin engordar, un estilo de vida aparentemente opuesto al mantra de su génesis.

La austeridad es un llamado a misa, atiende quien así lo desea o quien aún no es captado por una cámara chismosa amplificada por medios conservadores y adversarios que antes no exhibían gastos indecentes en colchones, toallas, casas en caninas colinas o telenovelescamente pintadas de blanco.

Dice bien la Presidenta, “cada quien será recordado por su comportamiento”.

Porque castigados, sino penalmente al menos en línea con la prédica política del movimiento que los encumbró en la plenitud del gozo y usufructo del poder, no serán. La buena vida de nuestros políticos goza de cabal salud.

Temas: