Los casos de Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell exponen una red de abuso sexual que premia el silencio de quienes saben demasiado, aunque sean culpables, se reprime a los adversarios y se utiliza como una cortina de humo.
Maxwell, quien fuera pareja y socia de Epstein, quien conoce a fondo la red de contactos de Epstein, sus relaciones de alto perfil, entre ellos, Donald Trump, ha recibido beneficios, trasladada a una prisión de mínima seguridad y probablemente se le reduzca la pena y salga de prisión.
Acusada de ser una de las facilitadoras de Jeffrey Epstein para su red de explotación sexual, pidió colaborar con las autoridades brindando información.

¿Y si en la propia 4T frenan la electoral?
Con Donald Trump como presidente en su primer mandato, el 10 de agosto del 2019, Jeffrey apareció muerto en su celda. La información oficial fue que se había quitado la vida. No hay imágenes, se dijo que las cámaras enfrente de su celda no funcionaban bien. Muchos han cuestionado sobre si realmente se suicidó Epstein o no. Lo que este personaje hubiera declarado, podría haber afectado a muchos, entre ellos al propio Trump.
Y como sucede en México, en muchos casos que criminales han sido liberados, no por justicia, sino por política, está el caso de Ghislaine.
Mientras Trump asegura que sus adversarios políticos están utilizando el tema de Epstein como una distracción para restarle importancia a los avances alcanzados desde que retomó la presidencia, en un momento en donde la popularidad del mandatario va a la baja, los demócratas Bill Clinton, expresidente de Estados Unidos, y su esposa y candidata a la presidencia, Hillary Clinton, fueron citados esta misma semana a declarar por el caso Epstein.
Los Clinton aparecen en los documentos judiciales desclasificados en enero pasado, durante la gestión de Joe Biden.
En total, el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes, compuesto en su mayoría por legisladores del Partido Republicano, llamó a declarar a 10 personas que habrían tenido vínculos con el empresario estadounidense.
Obviamente, a Trump no se le ha solicitado que se presente.
En el caso de Hillary, su audiencia está programada para el próximo 9 de octubre, mientras que Bill deberá presentarse el 14 de octubre.
COMPLICIDAD

Estas comparecencias surgen luego de que tanto la bancada demócrata como algunas secciones radicales de trumpismo exhortaran al Ejecutivo a publicar toda la información del caso judicial, argumentando que podría haber líderes políticos y personas conocidas por la opinión pública que podrían haber viajado a la denominada “Isla Epstein”.
Trump no quiere que estos documentos se hagan públicos y tampoco que Maxwell declare.
En 2005 empezó la investigación contra Epstein. La policía de Florida lo detuvo acusado de pagar a menores de edad, algunas incluso de 14 años, por masajes sexuales. Las acusaciones eran graves, de prostitución y tráfico de menores. Para el 2019, la Fiscalía de Nueva York lo acusó de tráfico y de reclutar a menores.
Su pareja y socia, Ghislaine Maxwell, fue acusada de ser la responsable de conseguir a las niñas para Epstein y sus amigos. Maxwell fue condenada a 20 años de cárcel en 2021, al ser acusada como la cómplice, como encargada de convencer y entregar decenas de jóvenes vulnerables a Epstein y a otros hombres para ser abusadas sexualmente durante dos décadas, desde finales de 1980 hasta inicios del año 2000.
Pese a los cargos por los que resultó culpable, como tráfico y abuso sexual de menores, Maxwell consiguió ser trasladada del penal de máxima seguridad de Florida, el FCI Tallahassee, a uno de baja seguridad en Austin, Texas, el FPC Bryan. En esta nueva prisión, la vigilancia y seguridad son menos rigurosas, y las reclusas, que en su mayoría purgan condenas por delitos no violentos, como estafas financieras o corrupción, cuentan con dormitorios como si estuvieran alojadas en pequeñas villas de descanso.
Ghislaine Maxwell obtuvo los beneficios de la nueva cárcel días después de hablar con el vicefiscal general de Estados Unidos, Todd Blanche, quien fue abogado de Trump y quien dijo que planeaba evaluar si ella podía aportar información adicional sobre otras personas que podrían haber recibido ayuda de Epstein para abusar sexualmente de menores.
Todo esto sucede al mismo tiempo en que hay un movimiento fuerte para que se hagan públicos los documentos y las acusaciones en el caso de Epstein.
Mientras tanto, los documentos no se hacen públicos, se protege la información que vincula a Trump con Epstein, y se publicita la del expresidente Clinton y su esposa, enemigos de Trump, y por eso ahora están citados a comparecer sobre el caso.
Culpar a sus adversarios es una cortina de humo y un mecanismo perfecto para atacar a los Clinton y protegerse de él. Otro caso de política que se disfraza de justicia.
“UN TIPO ESTUPENDO”
Jeffrey Epstein, un financiero que se codeaba con la alta sociedad, principalmente de Nueva York, manejó para su beneficio y de sus amigos una red de explotación y abuso sexual. Su estilo de vida era glamuroso, tenía mansiones en Nueva York, Palm Beach, París, Nuevo México y hasta una isla privada en el Caribe. Las relaciones de Epstein eran poderosas, desde Bill Gates hasta el príncipe Andrés, desde Kevin Spacey hasta Cris Turner. Y, por supuesto, Donald Trump.
A esos lugares llevaba jovencitas, casi niñas, para tener encuentros sexuales, incluso se transportaban en su avión privado que apodaron Little Lolita, en referencia a la novela de Vladimir Nabokov, donde habla de una relación sexual de un hombre adulto con una niña de 12 años.
Su vecino y amigo en Palm Beach fue Trump, de quien fue cercano en los años 90 y 2000. No fue un secreto. En el 2002 Trump dijo en entrevista a la revista New York Magazine: “Conozco a Jeffrey desde hace años, es un tipo estupendo, dice que le gustan las mujeres hermosas como a mí y muchas de ellas son jóvenes”.
Cuando Epstein cumplió 50 años, Trump le escribió una carta para expresarle su admiración y cariño e incluso dibujó una imagen de una joven. Para el 2004, se pelearon Trump y Epstein, pero no fue porque Trump se indignara de la explotación sexual que manejaba Epstein, sino por una disputa por un terreno. Epstein sabía mucho, compartía secretos de sus amigos.
