› Experto señala que Trump va a insistir en detener a narcopolíticos mexicanos; seguirá actuando de forma unilateral; no han capturado a El Mencho para evitar más violencia, dice
La relación entre México y Estados Unidos, en términos de seguridad, está enfrentando una crisis real. Donald Trump no sólo señala a los cárteles de la droga como grupos terroristas, sino que está ejerciendo mucha presión para desmantelar lo que él llama la protección de políticos a grupos criminales.
Tan sólo ayer, Trump dijo que “México hace lo que decimos”. Así de compleja es la relación bilateral.

¿Y si en la propia 4T frenan la electoral?
¿Podría Estados Unidos intervenir en México? ¿En qué consiste el acuerdo binacional de seguridad?
Esta semana platicamos con Eduardo Guerrero (EG), analista de seguridad, y quien conoce a fondo el tema de seguridad en ambos países.
EG: Es la primera vez que México aparece como un asunto central en una campaña presidencial del candidato que termina ganando, y que ese interés se traduce en acciones inmediatas. Desde la campaña, Trump habló de México en múltiples discursos y debates. Ahora, como presidente, sus primeras acciones incluyen medidas sobre seguridad en la frontera, combate al tráfico de drogas, control migratorio y, muy importante, un plan para debilitar a los cárteles que en los últimos años se expandieron a tal punto que ya no son sólo un problema de México o algunos países latinoamericanos, sino un riesgo para la seguridad interna de Estados Unidos.
Esta situación es resultado de muchos años de corrupción, pasividad y temor de las autoridades mexicanas. Ese terreno fértil permitió que el crimen organizado creciera como un monstruo que ahora suena todas las alarmas al norte del río Bravo. Aunque éste no es un problema que pueda resolverse en uno, dos o tres años, Washington ya está buscando cómo ayudar a México a reducirlo.

Bibiana Belsasso (BB): El jefe del Comando Norte mencionó que el 35% del territorio mexicano está controlado por el crimen organizado. Antes parecía exagerado, ¿ahora?
EU: Hace unos años sonaba excesivo, pero hoy esa cifra es creíble. En el sexenio de López Obrador hubo expansión territorial de los cárteles, consolidación de su influencia y penetración directa en procesos electorales. En muchos casos, son ellos quienes deciden candidatos a presidencias municipales, vetan a quienes no se alinean y, además, cobran impuestos criminales. Esto configura lo que podemos llamar un Estado criminal paralelo, con autoridad real frente a la formal.
BB: Algunos creen que EU podría intervenir militarmente, como hizo en Panamá, y ahora incluso ofrece 50 millones de dólares por Nicolás Maduro. ¿Es posible algo así en México?
EG: No veo una intervención militar directa ni bombardeos con drones sin permiso. Lo que sí veo es una colaboración cada vez más intensa, con presión constante a las autoridades mexicanas. Estados Unidos seguirá ampliando su papel en la lucha contra los cárteles, pero mediante inteligencia, operaciones conjuntas y, sobre todo, acciones financieras. La infiltración de agentes y la intervención de comunicaciones por parte de la inteligencia estadounidense llevan años ocurriendo y continuarán, ahora de forma más invasiva, exhibiendo no sólo a criminales, sino también a empresarios y políticos aliados con el crimen. México operará en campo, pero Estados Unidos golpeará por la vía financiera y lo hará unilateralmente, sin pedir permiso, especialmente contra políticos y empresarios vinculados.
BB: ¿Cómo se plantea este nuevo acuerdo de seguridad y hasta dónde puede llegar?
EG: No será un tratado permanente, sino un acuerdo táctico de corto plazo, enfocado en tres áreas: migración, drogas y combate a organizaciones designadas como terroristas. Técnicamente, sería un memorándum de cooperación, más modesto y con duración predeterminada. Sin embargo, podría convertirse en la base para un futuro tratado de seguridad de América del Norte, que establezca reglas permanentes de colaboración entre México, Estados Unidos y Canadá.
BB: ¿Podría repetirse un esquema como la Iniciativa Mérida?
EG: Aquella iniciativa ayudó, pero fue muy pequeña frente al tamaño del desafío. Hoy, no basta con “unos dineritos” para helicópteros o equipo. Se necesita un plan integral y ambicioso, de largo plazo. El problema es que ahora hay regiones sofocadas por el control criminal y lo urgente es darles alivio. Si se actúa mal, como capturar de golpe a líderes como El Mencho, se puede provocar una fragmentación violenta peor que la que vivimos en Sinaloa.
BB: ¿Me dices que no han querido capturar al Mencho por estrategia?
EG: Exactamente. Ha habido momentos en que pudieron hacerlo y desistieron. Sospechan que su caída podría detonar más violencia. Prefieren golpear a mandos medios y redes regionales, como el operativo reciente en Aguascalientes, con 27 arrestos del Cártel Jalisco. La lógica es desmantelar de abajo hacia arriba, no al revés, como en la estrategia de Calderón, que fragmentó organizaciones y aumentó la violencia.
BB: ¿Cuál sería la acción más fuerte de EU contra cárteles y narcopolíticos?
EG: Hoy hay gran confianza en Omar García Harfuch, un secretario de Seguridad profesional, con trayectoria limpia, raíces tanto políticas como militares, y muy cercano a la Presidenta Sheinbaum. Morena controla la mayoría de los gobiernos estatales, lo que le permite coordinarse con gobernadores para acciones conjuntas. Estados Unidos quiere que se actúe contra políticos ligados al crimen, pero la Presidenta es cauta para no romper pactos que puedan afectar la gobernabilidad.
BB: Se acaba de entregar a 26 narcotraficantes de distintos grupos, ¿qué significa esto?
EG: La mitad están ligados a las familias Zambada y Guzmán, y su valor está en la inteligencia actual sobre redes de fentanilo y metanfetaminas. El resto es una mezcla de figuras como La Tuta y El Cuini, con información sobre nexos de políticos y empresarios con el crimen. Para EU, estas entregas fortalecen investigaciones clave y operaciones en curso.
BB: ¿Cómo recibe EU la entrega de estos detenidos?
EG: Como una señal de colaboración inédita. Aunque la Presidenta subraya que no se compromete la soberanía, la realidad es que ya la hemos perdido en varias regiones controladas por el crimen. Cooperar estrechamente con Estados Unidos es, paradójicamente, el camino para recuperarla, liberándonos de la captura criminal y devolviendo al Estado mexicano su autoridad plena.

