Confíteor, en latín, “yo confieso” o “yo pecador”, en español es la oración con la que se da inicio, según el rito romano, la misa católica.
Se recita en voz alta, y en sí es un acto de humildad al reconocerse pecador ante la presencia de Dios y de todos los presentes, es una manifestación de aceptación pública del hecho de que, a pesar de lo que las personas creen de sí mismas, o de la cara que se muestra, se dice abiertamente que están manchados por el pecado.
“Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho, de pensamiento, palabra, obra y omisión…”.

Importante reconocimiento a la SHCP
Éstos son precisamente los 4 pecados que cometió AMLO respecto al huachicol.
De pensamiento, porque seguramente desde antes de tomar el poder, ideó la forma para operar el negocio sin dejar cabos sueltos. Y ahí es cuando pensó en usar a una de las instituciones más nobles del país.
De palabra, cuando expresó en su Tercer Informe de Gobierno al Pueblo de México que se había acabado el huachicol: “Hemos podido eliminar prácticamente esta actividad delictiva. Tenemos que aplicar la ley por parejo, ni huachicol arriba ni huachicol abajo”, dijo el 1 de septiembre de 2019.
De obra, cuando permitió que una gran red delictiva operara en los puertos y aduanas del país, dejando un quebranto de más de 177 mil millones de pesos al año, según cifras de especialistas.
De omisión, cuando al tener en su mesa las denuncias que hoy salen a la luz, prefirió ver a otro lado y seguir con su propaganda, en lugar de cumplir con su máxima responsabilidad.
De no haber caído en tentación y después en pecado, con ese dinero que se perdió hubiera alcanzado, por lo menos, para medicamentos, tratamientos, intervenciones quirúrgicas y un sinnúmero más de buenas acciones que miles de mexicanos se quedaron esperando mientras enfermos, convalecientes o en fase terminal, escuchaban las mentiras que propagaba diariamente.
Es inimaginable el tamaño de la culpa que debe pesar sobre los hombros de quien se autoproclamó “el gran transformador de los últimos tiempos”.
Hoy vemos una Presidenta decidida a actuar, a diferencia de sus antecesores, está tomando decisiones para poner orden en el país. “Estos actos de autoridad traerán un alto costo político”, podrán decir sus críticos internos, pero sin lugar a duda, cuando la primera autoridad política asume ese riesgo, es de reconocerle no sólo arrojo y valentía, es de reconocerle capacidad y compromiso por México y por su gente.
Ahora bien, no hay que olvidar que la Marina es una institución pulcra, tanto como su vestimenta de gala. Quien la quiso manchar fueron unos cuantos que hoy están cayendo, y que, al no quedar impunes, le regresan el brillo que caracteriza a esa gran institución.
Por eso mismo, y por los cuatro pecados del huachicol, es oportuno preguntarse: ¿llegará el momento en que veamos a AMLO recitar las palabras con las que se cierra el “yo confieso” en la misa: “Por mi culpa, por mi culpa, por mi grande culpa?”.
Reenviado
*Atento aviso para todos los opositores que se han convertido en viajeros asiduos al vecino país, con el fin de denunciar actos de corrupción:
“A fin de evitarse el gasto en tiempo, en dinero y en credibilidad, es oportuno informarles que desde hace tiempo la Presidenta ya se encargó sola del problema. Mejor tome asiento y revise sus propios antecedentes, no vaya usted a salir debiendo algo y a convertirse en parte de esa agenda de cooperación binacional”.
