ACORDES INTERNACIONALES

Narcotráfico global: cocaína, fentanilo y captagón en el tablero geopolítico

Valeria López Vela. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Valeria López Vela. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

El 2 de septiembre de 2025, un barco cargado de cocaína salió de Venezuela rumbo al Caribe. Nunca llegó a destino: fue destruido por un ataque militar estadounidense. Once presuntos “narcoterroristas” murieron. No se trató de un decomiso común, sino de un mensaje: Washington considera al régimen de Nicolás Maduro como parte activa de una red criminal transnacional.

Desde hace más de una década, informes de la DEA señalan al Cartel de los Soles, integrado por mandos de la Fuerza Armada venezolana, como pieza clave en el tránsito de cocaína hacia Europa y África. Venezuela ofrece rutas, puertos, protección estatal y mecanismos de lavado. En otros términos, se trata de un narco-Estado funcional al crimen organizado.

A ello se suma la alianza con Irán y Hezbolá. Como documenta un reportaje de Infobae, la relación es de mutuo beneficio: Irán obtiene presencia en Occidente, Hezbolá financiamiento y logística, y la cúpula chavista rentas millonarias. La presencia histórica de Hezbolá en la triple frontera latinoamericana demuestra que no son indicios ni conspiraciones, sino estructuras financieras sólidas transcontinentales.

Hoy, el narcotráfico global se sostiene en tres ejes. Primero, la cocaína venezolana, con protección militar y respaldo político. Segundo, el fentanilo mexicano, epicentro de la crisis de opioides en Estados Unidos, con precursores químicos asiáticos y distribución controlada por cárteles que dominan la frontera. Y tercero, el captagón sirio, la llamada “droga de los yihadistas”, producido con protección del caído régimen de Bashar al-Assad. Aunque su mercado principal está en Medio Oriente, cargamentos valuados en cientos de millones ya han sido decomisados en puertos de Italia y Grecia, con vínculos a Hezbolá.

Estos tres mercados, en apariencia separados, se entrelazan en un mismo circuito financiero. El lavado que pasa por Caracas o la triple frontera puede mezclar ganancias de cocaína, opioides sintéticos y anfetaminas, que crea un ecosistema criminal que financia tanto a carteles como a grupos terroristas y regímenes autoritarios. Y, en medio, están los cientos de miles de vidas de ciudadanos comunes que son destruidas.

México no es ajeno. Nuestros cárteles no sólo exportan fentanilo: comparten rutas, lavadores y contactos con estas redes. Así, la tensión en la zona conlleva un doble riesgo: ser arrastrados a un conflicto geopolítico donde el narcotráfico financia terrorismo, y al mismo tiempo quedar bajo mayor presión de Estados Unidos.

Si el narcotráfico deja de ser un fenómeno criminal para convertirse en un asunto de seguridad internacional, México deberá replantear su estrategia. Ya no bastará con enfocarse en decomisos o en la disputa local contra los cárteles: será indispensable desarrollar inteligencia financiera, cooperación regional y capacidad para desmantelar redes híbridas que combinan crimen, política y terrorismo.

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Javier Solórzano Zinser. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón