Que quede claro desde el principio: no siento la más mínima compasión por los líderes de Hamas en Catar. No sólo celebraron los ataques del 7 de octubre, sino que condenaron a su propia población a una guerra interminable, mientras derrochan sus fortunas millonarias en las calles de Doha. Sin embargo, lo que no queda claro es por qué Israel decidió intentar eliminarlos en uno de los momentos más delicados de las negociaciones para la liberación de los rehenes. O, más bien, queda claro, pero resulta increíble.
Aún persisten muchas incógnitas sobre el ataque aéreo. Por ejemplo, ¿tenía Netanyahu luz verde de Trump para ejecutarlo? Por un lado, parece imposible que Bibi haya tomado esa decisión sin el consentimiento de Washington; por el otro, resulta absurdo imaginar que Estados Unidos autorizara un ataque contra un aliado en cuyo territorio, además, tiene una base militar.
El ataque fracasó y, aunque aún no se conoce con exactitud el saldo, sabemos al menos que algunos líderes de Hamas sobrevivieron. Pero el verdadero objetivo de Netanyahu no era eliminarlos, sino dinamitar el proceso de negociaciones. Ante la creciente presión de la opinión pública israelí, de Europa e incluso del presidente Trump, Netanyahu necesitaba una salida para evitar cualquier acuerdo que pudiera hacerle perder su coalición. El ataque sólo puede interpretarse en ese sentido. Como dijo el jefe del Mossad al gabinete antes de la operación, según reportes de la prensa israelí: “no puedes negociar si matas a la parte con la que estás negociando”. Además, al perpetrar la acción en Catar, principal mediador entre las partes, Israel se encargó de que, al menos en el corto plazo, se suspendan las negociaciones, aunque los líderes de Hamas sigan vivos.
La reacción de Hamas es aún incierta. Una de las posibilidades, como ocurrió hace un año con la ejecución de seis rehenes, es que decidan asesinar cautivos a sangre fría. Netanyahu y su gabinete lo sabían, y aún así dieron la orden de atacar. Si los reportes son correctos y Trump no sabía del ataque, el episodio podría provocar un distanciamiento con Netanyahu. Si Bibi actuó a sus espaldas, lo más sensato para el presidente sería obligarlo a aceptar un cese al fuego. De lo contrario, este ataque quedará como un episodio más en una guerra que parece no tener fin.

