El próximo año, a nivel Federal, se cobrarán 17 impuestos distintos, de los cuales 13, el 76.5%, serán Impuestos Especiales sobre Producción y Servicios, IEPS, con los que se pretende recaudar $761.5 miles de millones, el 13.0% del total.
El que el total de impuestos que se cobran, 17 a nivel Federal, y el que 13 sean impuestos especiales, es muestra del engendro tributario (título de uno de mis libros: El engendro tributario, la reforma fiscal fallida; Editorial Planeta; 2002; México), que padecemos los contribuyentes, efecto de la creencia, de los políticos, de tener el derecho de disponer de los ingresos de los ciudadanos como crean más conveniente.
Si se cobra más de un impuesto se cobran muchos impuestos, y en México, nada más a nivel Federal, se cobran 17, a los que, dependiendo del estado, pueden sumarse hasta 10 más, desde el Impuesto sobre Nóminas, pasando por el Impuesto sobre Hospedaje, hasta el Impuesto sobre Espectáculos Públicos.

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El único impuesto que debería cobrarse es el Impuesto Único (ni uno más), Universal (sin excepción ni de objeto ni de sujeto gravable); Homogéneo (la misma tasa en todos en todos los casos); no Expoliatorio (para financiar únicamente las legítimas tareas del gobierno: prohibir violar derechos y prevenir su violación y, de fallar, castigar al violador y obligarlo a resarcir); a la Compra de Bienes y Servicios para el Consumo Final (no a los ingresos, propiedades, o compra de factores de la producción). Véase: https://www.razon.com.mx/opinion/2024/12/19/la-reforma-fiscal-12/.
¿Cuál es el fin que debe tener el Impuesto Único, Universal, Homogéneo, no Expoliatorio, a la Compra de Bienes y Servicios para el Consumo Final? La respuesta la encontramos en el “no Expoliatorio”. El impuesto debe cobrarse para financiar, ¡nada más!, las legítimas tareas del gobierno. (I) Inducir a los ciudadanos a la práctica de la justicia, es decir, al respeto a los derechos de los demás, para lo cual el primero en reptarlos, por aquello de la congruencia, debe ser el gobierno). (II) Impartir justicia, en su doble vertiente: (i) castigar a quien viole los derechos de los demás (asesine, secuestre, robe, incumpla contratos); (ii) obligarlo, cuando sea posible, a resarcir a la víctima.
La ventaja del Impuesto Único, Universal, Homogéneo, no Expoliatorio, a la Compra de Bienes y Servicios para el Consumo Final, es que les quita a todos por igual (no hay redistribución del ingreso por el lado del cobro), para darle a todos lo mismo (tampoco hay redistribución del ingreso por el lado del gasto), tal y como debe ser.
Haciendo de lado al inexistente, y poco probable, Impuesto Único, Universal, Homogéneo, no Expoliatorio, a la Compra de Bienes y Servicios para el Consumo Final, el fin de los impuestos debe ser financiar las legítimas tareas del gobierno, para lo cual deben ser generales, ya sea a los ingresos, a las compras, a las propiedades, no siendo ese el fin de los impuestos especiales. En el caso de México dichos impuestos tienen como fin, al menos ese es el discurso oficial, desincentivar conductas dañinas para quienes las realizan, como puede ser el caso, tan discutido en los últimos días, del IEPS a los refrescos. Se trata del gobierno ángel de la guarda, que pretende preservarnos de todos los males, incluidos los que podemos hacernos a nosotros mismos.
Continuará.

