Rechazo al disimulo. Reclamo de mérito para la denuncia —nuestro “golpe de timón”— de origen propio, antes y con independencia probable del gobierno de los Estados Unidos. Reivindicación de la honestidad de la Marina por encima del dolor de aceptar la corrupción de algunos mandos e integrantes del cuerpo de oficiales, y con ello la sugerencia de acercarse a otras responsabilidades de quienes operaron o fueron dejados para hacerlo, en el equipo del silencioso almirante Rafael Ojeda Durán.
En su intervención, el secretario de Marina de Claudia Sheinbaum, Raymundo Pedro Morales Ángeles, anuda en constrictor, pescador doble o calabrote doble, los más complejos amarres entre navegantes, la retórica indispensable para un nuevo episodio depuratorio del cambio de régimen iniciado en 2018. Declara así en una mañana plena de soberanía ética en el 215 aniversario de la Independencia, en una intervención muy improbablemente desconocida por la Presidenta.
Las historias de huachicoleo fiscal y “los primos”, Manuel Roberto y Fernando Farías, sobrinos políticos de Ojeda, flotan. También la pregunta de si la premisa de AMLO respecto de la improbabilidad de un presidente ignorando lo que sucede con sus subalternos aplica con el obradorismo, ocupa aguas superficialmente tranquilas sobre el Zócalo navegable. Abajo, manga de agua, remolinos, invisibles tormentas interiores.

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Ante la Comandanta Suprema de las Fuerzas Armadas, Claudia Sheinbaum, el secretario Morales Ángeles describe y alerta: “Fue muy duro aceptarlo, pero hubiera sido mucho más y absolutamente imperdonable callarlo”. Separa decisiones individuales de colectivas, riesgos a tomar, libertad en adelante para navegar. Refiere a los golpes de timón indispensables en la historia del país y dentro de ella, la sutil alusión desde un segundo piso de una transformación revisora de la calidad de la construcción del primero: “Este segundo piso de cambios exige más fortaleza y claridad, no hay marcha atrás”.
En la historia de más de dos siglos de la Marina, el incidente del huachicoleo fiscal y la corrupción de altos mandos —en la institución “más querida de México”, subraya el propio Morales—, hay un apetito creciente para que el incidente quede como un puntito en el mar, como la balsa de sobrevivencia de Robert Redford en All is Lost cuando se ha hundido el velero del ícono cinematográfico fallecido ayer, y entonces sea plenamente rescatada toda esperanza de vida honorable. Lo imperdonable no es el error en sí mismo, sino la posibilidad de perpetuarse en la mentira. Otra vez el náufrago: sólo la integridad evita el hundimiento.
Gabinete ampliado, la Jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada; el presidente de la Corte, Hugo Aguilar; escuchan cómo la brújula es recuperada y la ley es, dice Morales, “timón y guía”.

