El gobierno venezolano ha entrado en un frenesí de defensa y demagogia. Luego de que una lancha tripulada por 11 personas fuera bombardeada por el ejército estadounidense sin mayor explicación, Maduro y los suyos han aprovechado la ola de indignación para cerrar filas y alistar al pueblo y al ejército para contrarrestar una inminente invasión del imperio a tierras bolivarianas.
Estados Unidos ha desplegado tropas y embarcaciones en las inmediaciones del territorio venezolano al tiempo que ha justificado la agresión afirmando que se trataba de una lancha propiedad del crimen organizado, cargada de drogas y en dirección a los Estados Unidos. Así, afirma la administración Trump, volarla en pedazos fue un acto de legítima defensa ante la movilización de un grupo terrorista.
Sin embargo, congresistas norteamericanos han levantado la voz exigiendo explicaciones del por qué no fueron consultados antes del suceso. Además, cuestionan que la decisión fuera la destrucción del navío en lugar de su interceptación, como dicta el protocolo. Sin haber dado a conocer pruebas de inteligencia en torno a la amenaza percibida, este acto parece una bravuconada más que un justificado ataque militar.

Importante reconocimiento a la SHCP
Sea como sea, Maduro no ha perdido el tiempo para sacar una ventaja política de esta agresión. En un momento en el que la fragilidad de su gobierno era patente, este ataque le ha dado municiones demagógicas para llamar a la unidad ante el enemigo que amenaza sus fronteras. Él y su segundo de abordo, Diosdado Cabello, han iniciado una campaña para unir a Venezuela ante la amenaza exterior, justificando más actos autoritarios y control sobre la población, los funcionarios y los militares. Bajo el lema de “Dudar es traición”, la retórica sobre la inminente invasión ha sido oro puro para fortalecer al dictador en el poder.
En un escenario de tensión política internacional, la administración Trump haría bien en justificar sus actos. Sin duda el gobierno de Venezuela tiene vínculos con organizaciones criminales y es, en sí mismo, una estructura de cuestionables hechuras. Sin embargo, un ataque militar no puede tomarse a la ligera y debería estar plenamente justificado. Además, la inteligencia estadounidense debería considerar las posibles repercusiones que este movimiento puede tener en la estabilidad de Venezuela y en la solidificación de Maduro en el poder.
Si esta acción buscaba abonar al debilitamiento de Maduro y sus cuestionables aliados, podría haberse hecho con mayor pulcritud y estrategia. Sin embargo, parece que este acto no tenía esa intención internacional detrás y más bien responde a un acto de propaganda de mano dura ante el crimen organizado. Lo que sabemos es que ahora se dispara primero y se pregunta después.

