Saúl Canelo Álvarez, boxeador mexicano, es considerado por algunos como uno de los mejores de todos los tiempos, pero, al mismo tiempo, por otro gran grupo de expertos es casi un “fraude televisivo”. Esta polarización de opiniones se agudizó con la reciente derrota del Canelo ante el peleador estadounidense, Terence Crawford, en el marco de la tradicional pelea de box por las fiestas patrias. Dicen que lo que empieza mal, termina terriblemente mal en este caso. Las polémicas por la transmisión exclusiva por Netflix o las modificaciones en los protocolos tradicionales, como la entonación de los himnos y las entradas espectaculares de los boxeadores, todas eran señales que indicaban que no sería la noche del Canelo.
Sin duda alguna, la derrota del pasado sábado debe ser la más dura para Saúl Álvarez y todo su equipo. El pugilista mexicano fue superado en prácticamente en todos los rounds por el norteamericano, la diferencia entre la condición física también fue muy notable y señala que la preparación del tapatío estuvo lejos de lo que demandaba la pelea. Esta vez no hubo ningún pretexto, Crawford dos años mayor y quien tuvo que subir de división para la pelea, estuvo en otro nivel y justo en ese sentido hay que reconocer al Canelo que sólo tuvo elogios para su rival. Eso sí, en su discurso también envío un mensaje a sus haters recordándoles que él ya no necesita demostrar nada y que nadie puede quitarle lo que ha ganado.
Un mensaje muy a la defensiva, anticipando la ola de críticas que inevitablemente caerían sobre él. Creo que aquí nuevamente Saúl desperdició una oportunidad para mandar un mensaje distinto, sobre todo que reflejara las ganas de una revancha, y no tanto para garantizar una victoria, pero al menos sí, para una pelea distinta, que rompa con el molde que caracterizó toda su trayectoria y que sacara ese espíritu combativo de los boxeadores mexicanos que incluso perdiendo, se ganaban el respeto de los rivales y el reconocimiento de sus seguidores.

Se aplican al Plan Michoacán
No me considero “Team Canelo”, pero tampoco he festejado sus derrotas. Queda claro que el manejo de su carrera con peleas que muy poco le aportaron fue parte de lo que siempre se le recriminó. Ya los jeques árabes han confirmado que aún le quedan unas cuantas peleas firmadas en tierras de los petrodólares y una de ésas, se espera sea la revancha con Crawford y sería magnífico para la carrera del Canelo tener esa oportunidad, prepararse ahora sí como si fuera la última y nos vamos, si bien no porque tenga que demostrarle a sus haters quién es, pero sí por un cierre en su carrera que podría ser épico y quedaría en las paginas doradas del boxeo mexicano. Una pelea en la que todos nos gustaría ver a un Canelo que se olvide del estilo defensivo, del cual se volvió un maestro, y que retome el estilo que ha caracterizado a nuestros mejores pugilistas.
Pero en el boxeo nada se sabe. Hoy podríamos hablar de una revancha y mañana Saúl Álvarez anuncia su retiro, es posible. Y de ser así, también habrá que reconocerle su trayectoria, que como le pasó a Hugo Sánchez, lo único pendiente habrá sido ganarse el amor y el reconocimiento de su propia gente, de todo el pueblo mexicano.

