En la historia de la política moderna hay frases que trascienden campañas y se convierten en lecciones universales. Una de ellas es “It’s the economy, stupid”, acuñada por James Carville durante la campaña de Bill Clinton en 1992. Aquella sentencia sirvió como recordatorio de que, más allá de victorias diplomáticas o trofeos internacionales, lo que verdaderamente define la decisión de los ciudadanos son los problemas que golpean directo en el bolsillo. Esa idea, simple, pero demoledora, volteó una elección que parecía imposible y le abrió paso a Clinton en la Casa Blanca.
Con esa base es que hoy, a mi criterio, puedo decirles que no es Trump, no es Rubio, no es la oposición, no es la elite económica la que empuja a tomar decisiones, no son personajes pensando en la lejana sucesión, no son los que habitan entre sombras: ¡Es la Presidenta, estúpidos!
Si, en lo que respecta a los operativos en contra de la mafia que controla el huachicol, no hay matices, es ella quien lo ordena. Qué conveniente es para la oposición decir que son acciones que se originan por presiones externas, cuando la realidad es que hay que aplaudir el valor de enfrentar a ese monstruo de mil cabezas. Lo incómodo para muchos es reconocerlo: los nombres detrás del huachicol ya no son sólo líderes del crimen organizado, son políticos con fuero, empresarios con trajes caros y funcionarios que juraron lealtad a la patria mientras ensanchaban sus cuentas personales con dinero sucio, y todo ocurrió al amparo del poder de quien se dijo incorruptible.

Cónclave para el regalo de Alito
Hoy, esa red comienza a desmoronarse. Toda investigación abierta, las órdenes de aprehensión ejecutadas y los expedientes filtrados van mostrando las piezas de la maquinaria que parecía intocable. Los nombres de los sobrinos incómodos, la operación para detener a Hernán Bermúdez, las reuniones en Palacio Nacional a las que ya no convocan al coordinador de senadores, los operativos de incautación de millones de hidrocarburos, las investigaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera, la detención de empresarios y los cientos de nombres filtrados como responsables de operaciones delincuenciales, no son casualidad, todo encaja… ya no hay vuelta atrás.
Después de todo esto, si usted sigue creyendo que son eventos fortuitos o por presiones externas, recuerde el título de este artículo.
Reenviado
“Esto no es el fin, ni siquiera es el comienzo del final. Pero, posiblemente, sea el fin del comienzo.”
- Sir Winston Churchill, 1874 - 1965
