Tras casi 10 meses de ejercicio al frente de Veracruz, la morenista Rocío Nahle mantiene una enorme deuda con la sociedad veracruzana: la solución para una crisis social que implica a las familias de miles de personas desaparecidas y una crisis forense con cientos de cuerpos sin identificar.
La Comisión Nacional de Búsqueda en Veracruz tiene registradas 7,008 personas desaparecidas, en tanto el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, refiere 7,099; las cifras reportadas por la prensa local, a diciembre de 2024, señalaban 413 cuerpos sin identificar.
Apenas el pasado lunes, el Diario de Xalapa publicó un amplio reportaje firmado por las periodistas Ingrid Ruiz y Alma Quiroz con el titular: “Veracruz, epicentro del horror: hay más de 600 fosas clandestinas y miles de restos sin identificar”. Con base en información de colectivos de búsqueda citan lugares de inhumación ilegal encontrados por la propia sociedad.

Góbers felices en el sorteo
Arrancan su texto, en el que se hace un sólido recuento de fosas localizadas y denunciadas, citando a los grupos de búsqueda:
“Colinas de Santa Fe en Veracruz; la Guapota, en Úrsulo Galván; Arbolillo, en Alvarado, así como predios en Playa Vicente, Sayula de Alemán, Tihuatlán, entre otros, han sido el escenario del horror que colocan a Veracruz como el estado donde prevalece la deshumanización y la violación de derechos humanos”.
Las periodistas reportan que tras siete años de trabajo los cuerpos de búsqueda han localizado fosas clandestinas en cementerios y citan los casos de Palo Verde, en Xalapa, y en los del Chico, Cosautlán, Coatepec y Actopan. Pero también han localizado estos espacios en Córdoba y Orizaba. Vaya, en algunas de las principales ciudades de la entidad.
En 2019 el grupo de búsqueda “Solecito” descubrió en Colinas de Santa Fe, en Veracruz Puerto, 156 fosas clandestinas, 294 restos humanos y 22,500 huesos. Cada uno de estos espacios encierran historias de horror, violencia, violaciones a la dignidad humana e impunidad.
Pero en Veracruz parece que no pasa nada. Mientras cientos de familias no dejan de buscar a sus hijos, esposos, nietos… a sus hijas, esposas o nietas… la gobernadora Nahle presume su cercanía con Palacio Nacional —cuando en más de una ocasión ella, me dicen, ha sido un fuerte dolor de cabeza para la casa presidencial— y se difunden ampliamente eventos masivos musicales y culturales, algunos con el tufo de inventos para contrarrestar las crisis.
Con más de 8 millones de habitantes, Veracruz es la cuarta entidad más poblada del país, es puerta de entrada a México con sus puertos en Veracruz, Tuxpan y Coatzacoalcos, estado petrolero, agrícola y ganadero, con gente maravillosa pero que lamentablemente enfrenta cotidianamente casos de violencia e inseguridad.
Pero aquí, como lo es para el Estado Mexicano en su conjunto, el tema es que Veracruz tiene una gran deuda pendiente con las familias de miles de personas desaparecidas en su territorio, sí, un problema heredado, pero después de casi 10 meses debería ya tener avances contundentes, y en cambio la estrategia de comunicación es simple: si no se habla del problema —al menos desde el gobierno de Nahle— es para hacer como si no existiera.
La gobernadora Rocío Nahle —tras estos casi 10 meses de gestión marcados por escándalos, indolencia y falta de pericia política— tiene la oportunidad de enfocarse en temas sociales de gran calado que lastiman a la sociedad mexicana y dejar de usar el circo para sembrar la idea de que en Veracruz todo es alegría y diversión.
RADAR
LA ONU Y MÉXICO. Como reportero, tuve la oportunidad de cubrir el inicio del periodo de debates de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas de 2012 a 2018. Si bien los presidentes de Estados Unidos y Francia eran los primeros en dirigirse a la Asamblea, el de México siempre ocupaba el séptimo turno.
Lo colegas periodistas decían que el inicio del periodo de debates de la Asamblea General era la Copa del Mundo de la diplomacia y sí. Es uno de los momentos que tienen los líderes mundiales para tejer fino.
Blindada por los servicios de inteligencia y los cuerpos de seguridad estadounidenses, Nueva York se convertía en una Torre de Babel donde la voz de cada país llegaba al mundo y era tomada en cuenta, en verdad es tomada en cuenta más allá del viejo debate en torno a la reforma de las Naciones Unidas.

