VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

¡Termina la guerra!

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

El mundo entero recibió la noticia. Sin embargo, a quienes hemos vivido esta guerra en carne propia nos costó trabajo creer que fuera verdad. Durante dos años presenciamos uno de los episodios más violentos desde la Segunda Guerra Mundial. Fueron dos años funestos que comenzaron con una masacre sanguinaria y a los que siguió una guerra cruenta que poco a poco fue perdiendo su sentido original, hasta convertirse en un conflicto sin propósito, que continuó únicamente para servir los intereses políticos de extremistas a cada lado de la frontera.

Desde hace ya más de un año quedó claro que Israel no conseguiría ni eliminar por completo a Hamas ni liberar a los rehenes por la vía militar; sólo una solución diplomática podría alcanzar ese objetivo. Sin embargo, y a pesar de la presión internacional y del cambio de gobierno en Estados Unidos, la guerra continuó. Netanyahu desafió al mundo entero, convirtiendo a la única democracia de la región en un paria internacional.

No cabe duda de que la presión del presidente Trump fue clave para conseguir un cese al fuego. Sin embargo, aunque quiera adjudicarse todo el crédito, en realidad éste es el resultado de un esfuerzo global sin precedentes. En lo que respecta a Israel, Occidente, en una campaña coordinada, comenzó a incrementar la presión contra Netanyahu hasta prácticamente dejarlo solo. Alemania detuvo la venta de equipo militar de ataque; Canadá, Australia, Gran Bretaña y Francia reconocieron al Estado palestino; y la Unión Europea estuvo a punto de instaurar sanciones económicas. Esta campaña fue la que le permitió a Trump decirle a Netanyahu hace unos días: “O aceptas el trato o te quedas solo”.

Por el lado de Hamas, fue la presión del mundo árabe la que terminó por obligarlos a rendirse. Qatar entendió que Hamas no sólo dañaba su reputación internacional, sino que lo ponía en verdadero riesgo, y Egipto comenzó a temer que los planes de transferir a cientos de miles de palestinos a su territorio pudieran convertirse en realidad. Por eso, junto con Turquía, decidieron incrementar su presión sobre Hamas, que, al darse cuenta de que se había quedado verdaderamente solo, terminó por rendirse.

Nada de esto, sin embargo, habría sucedido sin la presión de las masas que salieron a las calles a pedir el fin de la guerra. Y no me refiero necesariamente a las masas de izquierda en Occidente que, muchas veces, en su negativa a reconocer a Israel, y sobre todo en su negativa a condenar al grupo terrorista Hamas, terminaron fortaleciendo a los extremistas tanto palestinos como de derecha en Israel; sino a las masas en Israel, lideradas por las familias de los rehenes, que salieron cada semana, durante más de año y medio, a exigir el regreso de los rehenes y luego el fin de la guerra.

Al final, y a pesar de todo, fue el frágil sistema democrático israelí el que permitió al pueblo forzar a sus líderes a cumplir con la voluntad popular. Hay muchas preguntas y mucha incertidumbre. Pero, al menos por un par de días, en las calles de Gaza se celebra el fin de la violencia, y en Israel una nación entera espera a sus rehenes de vuelta.

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