POLITICAL TRIAGE

Pobreza y cambio climático

Montserrat Salomón. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Montserrat Salomón. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

El mes que entra se celebrará en Brasil la conferencia internacional sobre el cambio climático, COP30. Será en Belém, la puerta a la Amazonia —cuna de biodiversidad y centro neurálgico para el agua dulce y el aire de nuestro planeta—. Al frente estará el presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, un estandarte de la lucha contra la pobreza y ferviente defensor de la protección del medio ambiente.

La cumbre llega en momentos convulsos. En un ambiente crispado en el que los vientos de guerra asolan al planeta, su grito de auxilio podría ser ignorado. Las principales potencias han dado pequeños pasos hacia compromisos climáticos y para formar fondos de apoyo a los países en desarrollo. Sin embargo, la política actual se ha embarcado en un retroceso provocado por el proteccionismo del mercado, los aranceles y la retórica cada vez más virulenta y despreciativa del sur global.

La transformación energética a una industria renovable ha ganado terreno y demostrado que tiene futuro. Sin embargo, la regresión en la postura de EU ha frenado los avances mientras la temperatura global aumenta y los desastres naturales se intensifican. La lógica perversa de estos fenómenos implica un aumento de la precariedad en los países afectados: pobreza y desigualdad que culmina en violencia y migración. El cierre de fronteras no soluciona la falta de oportunidades que existe en los países atenazados por la naturaleza.

Lula busca que la COP30 muestre la conexión entre la pobreza y el cambio climático para revertir la tendencia económica en los países ricos de aumentar el gasto militar y volver al apoyo para el desarrollo de los países más pobres. El acuerdo apenas pide un 0.7% del PIB para impulsar el desarrollo y para proteger a millones de personas que sufren las consecuencias de la industrialización y la ambición de quienes no están dispuestos a dejar un negocio multimillonario que está matándonos lentamente.

El que esta reunión se dé en suelo latinoamericano será significativo puesto que los apoyos logrados anteriormente han ido a parar a África y Asia. Nuestra región representa un alto porcentaje de la biodiversidad del planeta y su población requiere apoyo para evitar la creciente desigualdad que está poniendo en jaque al campo y está provocando una crisis migratoria sin precedentes. Latinoamérica tiene la capacidad de ser punta de lanza en tecnologías verdes que creen empleo y oportunidades al tiempo que abonan a la salud del planeta.

Se necesitará que los países dejen de pensar en protegerse individualmente y se den cuenta de que el verdadero enemigo no respeta fronteras y que el cambio climático y la pobreza son realidades interconectadas que implican retos globales a atender unidos como humanidad.

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