El paro en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) continúa en muchos de sus planteles. Las protestas por el nivel de violencia e inseguridad que se vive en los planteles y en todo el país se intensifican. A esto hay que sumar la tensa relación que hay entre el rector Leonardo Lomelí Vanegas y las autoridades de la universidad con el Gobierno federal, sobre todo ante el reclamo por el recorte al presupuesto que se le hizo a la UNAM.
En el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2025 inicialmente se planteó asignar a la UNAM 45 mil 058 millones de pesos, cuando para 2024 la UNAM tenía una asignación de 50 mil 418 millones. Eso representa un recorte del 10 por ciento en términos nominales para el ejercicio federal de 2025.
Considerando la inflación actual, la disminución real equivaldría alrededor del 14.32 por ciento con respecto a 2024.

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Tras el fuerte reclamo, salieron de la Secretaría de Hacienda asegurando que ese recorte fue un “error” y corrigió el proyecto: ahora sostiene que el presupuesto de la UNAM para 2025 sí se incrementará 3.5 por ciento respecto al año anterior, es decir, que no habrá recorte real frente al 2024.
Lo cierto es que ese tema no se ha arreglado y el compromiso de Hacienda es que el aumento sea de un 3.5 por ciento respecto al año pasado.
Lo cierto es que hay tensión, sobre todo porque desde la UNAM se busca mantener la autonomía que han tenido desde hace más de medio siglo.
Para el Gobierno actual, que ha trabajado para tener un control absoluto, que desde la UNAM se tenga un contrapeso, muy probablemente no les parece. Que no nos extrañe que se haga algún movimiento extraño para que en un ejercicio disfrazado de democracia se intente proponer que el rector de la UNAM sea elegido por “voto popular”.
Algo similar a lo que ha sucedido con la elección al Poder Judicial, en donde se incluyen los integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Sí, ese tribunal que tiene la decisión final en todos los conflictos electorales. Recordemos que todos aquéllos que aparecieron entre los acordeones, desde los jueces, ministros y magistrados, hasta los electos en el TEPJF quedaron en sus cargos.
Una “elección” para elegir al rector sería conveniente para tener control de la universidad, uno de los lugares simbólicos para hacer política y ejercer contrapesos.
Los universitarios han sido un termómetro social que incomoda al Gobierno. La comunidad de la UNAM, que rebasa los trescientos cincuenta mil alumnos, sumando sus preparatorias y universidades, siempre se ha distinguido por alzar la voz y enfrentar cualquier tipo de situación que atente contra la libertad.
TENSIÓN POLÍTICA

Son muchos los sucesos a lo largo de los años que han marcado la historia. Cómo olvidar los conflictos entre 1968 y 1971.
Este año se cumplieron 57 años de la matanza de Tlatelolco; sin duda, uno de los momentos más dolorosos en la historia de México.
Miles de estudiantes, encabezados por la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional (IPN), se organizaron para exigir libertades políticas, autonomía universitaria y el fin de la represión que ejercía el gobierno del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz.
El movimiento de 1968 transformó la conciencia política del país. Por primera vez se fracturó públicamente la legitimidad del régimen priista, mientras que la UNAM se consolidó como el símbolo de resistencia civil y pensamiento crítico, que se sumaba a los otros movimientos y causas que se presentaron en ese momento a nivel mundial.
Tres años después de esas demandas ocurrió el Jueves de Corpus o El Halconazo, el 10 de junio de 1971, cuando estudiantes, principalmente de la UNAM y del IPN, salieron a las calles en apoyo a la huelga que se había conjurado desde la Universidad de Nuevo León, por la defensa de la autonomía universitaria y otras demandas democráticas.
Esta protesta representaba una afrenta contra el Gobierno, porque después de 1968 los estudiantes lograron numerosas victorias como la autonomía de varios centros de estudio, entre ellos, la de la Universidad de Nuevo León. Pero desde el Poder Ejecutivo no se quería respetar esos derechos ganados y se ordenó la disminución del presupuesto destinado a los centros educativos y universitarios.
Este capítulo de la vida estudiantil de México mostró que la represión seguía siendo política del Estado, por lo que reavivó el miedo y la desconfianza hacia las autoridades. Al mismo tiempo, fue el surgimiento de una izquierda más radical y comprometida.
Es a partir de esta fecha que la UNAM se convirtió en un refugio para quienes tenían un pensamiento crítico, y también fue semillero de movimientos sociales que incluían desde las artes hasta la lucha sindical.
Para 1986 se inició el Movimiento del Consejo Universitario, el CEU representaba a los sectores estudiantiles de facultades, preparatorias y colegios de la UNAM.
De ahí surgieron personajes importantes, quienes fueron clave durante años como voces opositoras: Carlos Imaz Gispert, Ifigenia Martínez, Elena Poniatowska, Jesús Ortega, Martí Batres Guadarrama y la propia Claudia Sheinbaum.
Con ese movimiento se fortaleció la autonomía universitaria. Muchos de sus participantes fueron fundadores del PRD.
Años después, en 1999, se atravesó otro conflicto en Ciudad Universitaria, una huelga que duró casi un año y que luchaba contra el aumento en el cobro de cuotas, que pasaba de 20 centavos a 100 pesos anuales, y limitaciones en el pase reglamentado, era la propuesta del entonces rector Francisco Barnés de Castro.
Las negociaciones fracasaron, el rector perdió legitimidad y el Gobierno federal de Ernesto Zedillo buscaba no escalar la crisis universitaria antes de las elecciones presidenciales del 2000, año en que, después de más de 70 años, el PRI perdía la Presidencia de la República.
Ésta fue una de las huelgas más largas y polarizantes de la historia moderna de México.
Hoy, la UNAM nuevamente atraviesa por otro momento de polarización. La Fiscalía de la CDMX confirmó haber recibido al menos 19 denuncias por amenazas de bomba.
El actual rector de la máxima casa de estudios, Leonardo Lomelí Vanegas, calificó los hechos como una “campaña de miedo y desinformación”, pero reconoció la gravedad del momento.
Y recordemos que, en noviembre de 2023 cuando Leonardo Lomelí Vanegas fue designado como el nuevo rector, el expresidente Andrés Manuel López Obrador lo acusó de pertenecer “al grupo que ha dominado la facultad de Economía”, quienes no se opusieron a la política neoliberal ni al saqueo de México, “que predominó durante 36 años”.
La UNAM es un contrapeso importante para quien esté en el poder; hoy es el caso de Morena. No vaya a ser que, para tratar de contraer ese contrapeso, se intente acabar con la autonomía y se trate de imponer a un rector con “el voto popular”.
