En su artículo, “De las relaciones de objeto a las relaciones públicas”, Stephanie Foster plantea un reto esencial para el psicoanálisis: ¿cómo comunicar sus ideas al público en general sin perder rigor, y sin quedar atrapado en un lenguaje técnico inaccesible? Foster sostiene que la abundancia de terminología especializada contribuye a que el psicoanálisis parezca cerrado, impenetrable y, en consecuencia, quede marginado en el panorama de salud mental contemporáneo.
La transición “de las relaciones de objeto a las relaciones públicas” es una metáfora: el psicoanálisis y la terapia psicodinámica deben llevar al público sus conceptos centrales como la transferencia, la repetición inconsciente, el conflicto interno, pero en un lenguaje que no se limite al círculo académico.
Foster reflexiona desde su experiencia como clínica y como lectora: ha visto cómo pacientes y lectores se alejan por sentirse intimidados por términos y frases incomprensibles, lo que priva al enfoque psicodinámico de difusión y relevancia.

Acuerdo para levantar bloqueos
Un ejemplo práctico que da Foster (y que retoma en el artículo) es cómo un terapeuta puede hablar con un paciente sobre relaciones de objeto; es decir, las figuras internas que cada persona lleva dentro, construidas desde la infancia, pero decirlo en términos sencillos, como por ejemplo, modelos internos de relación o cómo sentimos al otro por dentro. Esa traducción permite que un paciente reconozca que reacciona con un amigo o pareja no sólo por lo que ocurre en el momento, sino por la huella interna que ese otro despierta en él.
Otro ejemplo más cotidiano: alguien que siempre sabotea sus relaciones amorosas podría preguntarse por qué repite este patrón. En lenguaje psicodinámico se hablaría de repetición inconsciente de relaciones tempranas, transferencia y defensas, pero en una versión para divulgación se podría decir que muchas veces buscamos, sin querer, parejas que nos recuerdan figuras del pasado y reaccionamos como si estuviéramos con ellos, no con la persona actual. Esa frase sencilla puede abrir espacio al entendimiento emocional profundo sin rehuir el núcleo teórico.
Foster insiste en que no se trata de diluir la teoría, ya que la riqueza de los conceptos psicodinámicos es precisamente su capacidad para captar la complejidad psíquica, sino de presentarla de modo que no quede encerrada en una torre de cristal disciplinaria. Parte del debilitamiento del psicoanálisis en el debate terapéutico moderno, dominado por enfoques cognitivo-conductuales y modelos “basados en evidencia”, se debe en buena medida a su falta de accesibilidad comunicativa. Al no poder presentarse al público de forma clara, es malinterpretado; sin embargo, es probablemente la forma terapéutica que más justicia le hace a la complejidad de la mente humana.
Reconocer que no somos seres totalmente conscientes ni racionales, sino portadores de historias internas inconscientes permite explorarlas con paciencia y profundidad. Su lente relacional ayuda a entender cómo nos relacionamos con los demás según nuestros modelos internos, cómo repetimos viejos guiones, cómo ciertas emociones no resueltas siguen influyendo en el presente. Gracias a esta mirada, no reduce al paciente a síntomas sino que explora la estructura interna profunda de la persona.
En un mundo donde muchas propuestas terapéuticas buscan soluciones rápidas, la psicodinámica ofrece una apuesta: que la sanación profunda exige tiempo, relación y comprensión del alma humana en toda su riqueza.
Hablamos del inconsciente sin palabras rarasValeria Villa

