A pocos días de la Navidad de 2022, el periodista Ciro Gómez Leyva sobrevivió a un atentado en el que le dispararon nueve veces, a pocos metros de su casa, en la Ciudad de México. De ese hecho nace su libro No me pudiste matar (Editorial Planeta), un testimonio que mezcla la crónica periodística con la introspección personal.
Esta semana platicamos con Ciro Gómez Leyva, y nos habla de lo que vivió aquella noche, de la reacción que tuvo, del apoyo que recibió y de lo que significa hoy continuar informando en un país polarizado, donde ejercer el periodismo se ha vuelto una forma de resistencia.
Gómez Leyva reflexiona también sobre la justicia, las heridas emocionales y su mirada frente a los responsables del atentado. Con serenidad y una honestidad conmovedora, Ciro nos cuenta cómo vive tras una experiencia del atentado y cómo sigue comprometido con la sociedad para seguir informando.

Ataque en Coahuayana
Es una historia que vale mucho la pena leer, no sólo por la trama en sí, sino, además, por la forma en la que está contada.
Bibiana Belsasso (BB): Terminé de leer No me pudiste matar, y me llama la atención cómo lograste combinar tu parte más íntima con la del periodista que observa y registra los hechos.
Ciro Gómez Leyva (CGL): Qué gusto platicar contigo. Como te dije aquella noche en Madrid, la vida sigue. Y si podemos, hay que tratar de hacerla mejor.
BB: A pocos días de la Navidad de 2022, casi llegando a tu casa, te dispararon nueve veces. Tú has dicho que fue suerte… y también el blindaje de la camioneta. ¿Qué se siente vivir algo así? ¿Tienes recuerdos claros de esos segundos?
CGL: Muy pocos. Todo el ataque duró menos de veinte segundos. Los primeros segundos no entiendes qué pasa. Por eso, cuando lo narro en el libro, uso frases como “creo que fue así” o “recuerdo haber visto esto”, porque es imposible reconstruirlo con precisión. Uno intenta ocultarse, bajar el cuerpo, protegerse. Es un momento confuso y muy breve.

BB: Pero reaccionaste. Arrancaste el coche y te dirigiste a casa de tu amigo Manlio Fabio Beltrones. ¿Cómo tomaste esa decisión?
CGL: Instinto puro. Cuando veo que los atacantes huyen, arranco. Me doy cuenta de que tengo una llanta ponchada, avanzo unos metros y pienso en qué hacer. Intento llamar a mi productor, Manuel Feregrino, pero no puedo. Levanto la vista y me acuerdo de que a doscientos metros vive Manlio. Decido ir allá. Es una calle cerrada, con seguridad, y me pareció el único sitio donde podía sentirme a salvo.
BB: Y terminas justamente en casa de un político muy conocido, lo cual desató teorías de conspiración.
CGL: Sí, claro. Para los amantes de las conspiraciones, el hecho de que terminara en casa de Manlio fue el escenario perfecto. Pero la realidad fue muy simple: era el lugar más cercano donde sabía que estaría protegido.
BB: ¿Cómo fue llegar a un lugar seguro para tratar de pensar qué es lo que había pasado?
CGL: Esa noche, cuando llegué, bajó con una bata, me abrazó, me dio una chamarra y enseguida se hizo cargo de la situación. Su serenidad fue fundamental. Fue Manlio quien me sugirió llamar a Omar García Harfuch, entonces jefe de la policía de la Ciudad de México.
BB: Y poco después te llamó la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum.
CGL: Sí. Primero hablé con Omar, muy solidario, enérgico, y cumplió lo que prometió: en minutos tuve seguridad en casa. Dos minutos después me llamó Claudia Sheinbaum. Fue un gesto que siempre agradeceré. Más allá de diferencias políticas, nunca olvidaré que fueron las primeras personas que me ofrecieron ayuda real esa noche. Soy una persona de gratitudes.
BB: ¿Hoy no puedes volver a caminar solo por las calles de tu colonia?
CGL: Camino, corro, voy a los viveros… pero con escolta. Una excelente escolta, por cierto, proporcionada en su mayoría por el Gobierno de la Ciudad de México. Pero no es lo mismo. Perdí el privilegio de moverme solo, de confundirme entre la gente. Ese es el precio que pagas.
BB: Durante años, el presidente López Obrador llegó a decir que “quien escucha a Ciro Gómez Leyva, tiene un tumor en la cabeza”. ¿Crees que esa narrativa pudo inspirar el atentado?
CGL: Puede ser, pero yo nunca lo he afirmado, porque no tengo hechos que lo prueben. Como víctima y periodista sería irresponsable sugerir algo así sin pruebas. ¿Pudo haber influido ese discurso? Tal vez. ¿Pudo no tener relación? También. Lo que sí sé es que, casi tres años después, no hay evidencia que vincule directamente al presidente con el ataque.
BB: Pero sí sientes que hubo una persecución política hacia ti.
CGL: De desprestigio, sí. De intento por descalificarme o anularme profesionalmente, sin duda. Pero no puedo afirmar que haya promovido los disparos. No tengo elementos.
BB: Algunos detenidos dijeron que el ataque pudo venir del Cártel Jalisco Nueva Generación, pero hemos platicado y esa postura es remota.
CGL: Eso es lo que se ha dicho, pero esas declaraciones no me resultan verosímiles. He leído el expediente completo, asistido a audiencias, subrayado cada palabra. No encuentro firmeza ni verdad en lo que dicen. ¿Pudo ser el cártel? Tal vez. ¿Por qué voy a decir que no? Pero tampoco tengo motivos para asegurar que sí.
BB: Tú has estado presente en las audiencias, en el proceso judicial, viendo a quienes dispararon. ¿Cómo enfrentas eso emocionalmente?
CGL: Con el instinto del reportero. Cuando fui a la audiencia, ya había decidido contar la historia, quizá en un documental o en un libro. Fui más como periodista que como víctima. No sabía que estaría tan cerca de ellos. Cuando entré y los vi, sentí que me temblaban las manos y las piernas. Me senté, bajé la mirada y respiré. Luego los vi de frente. Fue impactante, pero también apasionante desde lo periodístico. Pude observarlos, entender sus gestos, su desconcierto, su sorpresa.
BB: ¿Y cuándo viste al Bart, el principal acusado?
CGL: Él estaba preso en otra cárcel, en Santa Marta. Lo trajeron y lo sentaron frente a mí, a unos seis metros. Fue un momento muy fuerte. Quedamos cara a cara. Y al mismo tiempo, me sentí privilegiado de poder contarlo con rigor, de transformar esa experiencia en relato.
BB: ¿Sientes que se ha hecho justicia?
CGL: En términos de Estado de derecho y procuración de justicia, sí. Las pruebas eran contundentes.
Ellos mismos reconocieron su responsabilidad. Por eso aceptamos el procedimiento abreviado. Todos, excepto el patrón, están sentenciados. Él ya declaró; incluso hay parte de su testimonio en el libro. Después de entregarlo, todavía respondió nuevas preguntas que haré públicas más adelante. Así que sí, se ha hecho justicia en la parte judicial.
BB: Ciro, tu atentado se ha convertido en una historia de vida y de periodismo.
CGL: Es lo que me toca hacer. Contar lo que pasó con precisión y serenidad. Sobreviví, sigo trabajando, sigo contando historias. Eso es lo que soy: un reportero.

