Gobernar no es fácil. Existen diversas maneras de ponderarlo. Desde actores y factores en la trama política. Sustento la idea de un necesario círculo político virtuoso. Inicia con el respeto entre gobernados y gobernantes, que propicie la confianza, establezca un diálogo y alcance acuerdos y proyectos concretos que conduzcan a la acción.
Ello requiere atributos comunes: sensibilidad, entendimiento y razón, y un tonificante de prudencia, paciencia y persistencia, para conducir los esfuerzos en beneficio común. Con alta dosis de pasión y mesura, conocimiento y experiencia.
Hay registros históricos, teóricos y prácticos de buen gobierno, desde Platón o Aristóteles, hasta hoy; con espejos de príncipes, esbozos de políticas; que permea el sentido del servicio público, a los otros, en el ejercicio del poder y la aplicación de la ley, que postula servir y no servirse de la otredad.

Importante reconocimiento a la SHCP
El arte de gobernar es complejo, multidimensional, va de lo individual, del Gobierno de sí, al liderazgo estratégico grupal, del arte operacional al político estratégico del Gobierno; cuando se pierde la brújula, por intereses aviesos, o perversión de sus fines, o abuso de los medios y recursos disponibles, o por complicidades con la delincuencia, o avaricia y codicia, estamos ante el abuso, el fraude y la tergiversación de la función Gobierno.
Gobernar es un arte que atiende tópicos de inseguridad, salud, educación, desastres naturales o antropogénicos, inmediatos; problemas que demandan una responsable planificación estratégica, coordinación entre gobierno y sociedad, incesante búsqueda de respuestas a los problemas y gran vocación de servicio democrático.
Cuando un gobierno miente, roba, y se oculta bajo una política de avestruz, merece el castigo que la ley establece y, desde luego, el repudio público de sus gobernados. Los temas estratégicos del desarrollo y la seguridad, como la desaparición del Fonden, capricho del gobernante y una clase política irresponsable, con ocurrencias y costos, es muestra ejemplar de la incompetencia en protección civil. En esa ruta están eventos trágicos que causan indignación e impotencia; muertes evitables. El gobernante deviene sepulturero de vidas, de instituciones y organismos autónomos, impulsa políticas nocivas y corruptas que provocan tragedias, dolor y coraje.
La demagogia retórica que afirma gobernar es fácil, es contraproducente, expone al aprendiz de brujo del gobernante, de una corrupción que prostituye el servicio público, que abusa de la norma y del gobernado, estimulante de impunidad, con daños sociales irreparables.
Ahí están como registro histórico los muertos, masacres, desapariciones, sismos, lluvias, apagones, socavones, tapaderas delincuenciales, minimización de problemas, desvíos de recursos; ilusos practicantes de gobierno que sólo cuidan sus intereses, y el tiempo termina mostrándolos como delincuentes corruptos.
Hasta que el gobernado dice basta, a veces aguanta, resiste, pero sin duda, el odio y la violencia emergen y generan problemas más complejos a la sociedad y el Gobierno, que podrían haberse evitado. Un gobernante ignorante, incapaz o incompetente es tragedia para la sociedad.
El buen gobierno es posible, el gobernado premia o castiga con su voto u opinión. Sabe que los carniceros de hoy serán las reses de mañana.

