SERÉ BREVE

Arte de gobernar

Emilio Vizarretea. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Emilio Vizarretea. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: Especial

Gobernar no es fácil. Existen diversas maneras de ponderarlo. Desde actores y factores en la trama política. Sustento la idea de un necesario círculo político virtuoso. Inicia con el respeto entre gobernados y gobernantes, que propicie la confianza, establezca un diálogo y alcance acuerdos y proyectos concretos que conduzcan a la acción.

Ello requiere atributos comunes: sensibilidad, entendimiento y razón, y un tonificante de prudencia, paciencia y persistencia, para conducir los esfuerzos en beneficio común. Con alta dosis de pasión y mesura, conocimiento y experiencia.

Hay registros históricos, teóricos y prácticos de buen gobierno, desde Platón o Aristóteles, hasta hoy; con espejos de príncipes, esbozos de políticas; que permea el sentido del servicio público, a los otros, en el ejercicio del poder y la aplicación de la ley, que postula servir y no servirse de la otredad.

El arte de gobernar es complejo, multidimensional, va de lo individual, del Gobierno de sí, al liderazgo estratégico grupal, del arte operacional al político estratégico del Gobierno; cuando se pierde la brújula, por intereses aviesos, o perversión de sus fines, o abuso de los medios y recursos disponibles, o por complicidades con la delincuencia, o avaricia y codicia, estamos ante el abuso, el fraude y la tergiversación de la función Gobierno.

Gobernar es un arte que atiende tópicos de inseguridad, salud, educación, desastres naturales o antropogénicos, inmediatos; problemas que demandan una responsable planificación estratégica, coordinación entre gobierno y sociedad, incesante búsqueda de respuestas a los problemas y gran vocación de servicio democrático.

Cuando un gobierno miente, roba, y se oculta bajo una política de avestruz, merece el castigo que la ley establece y, desde luego, el repudio público de sus gobernados. Los temas estratégicos del desarrollo y la seguridad, como la desaparición del Fonden, capricho del gobernante y una clase política irresponsable, con ocurrencias y costos, es muestra ejemplar de la incompetencia en protección civil. En esa ruta están eventos trágicos que causan indignación e impotencia; muertes evitables. El gobernante deviene sepulturero de vidas, de instituciones y organismos autónomos, impulsa políticas nocivas y corruptas que provocan tragedias, dolor y coraje.

La demagogia retórica que afirma gobernar es fácil, es contraproducente, expone al aprendiz de brujo del gobernante, de una corrupción que prostituye el servicio público, que abusa de la norma y del gobernado, estimulante de impunidad, con daños sociales irreparables.

Ahí están como registro histórico los muertos, masacres, desapariciones, sismos, lluvias, apagones, socavones, tapaderas delincuenciales, minimización de problemas, desvíos de recursos; ilusos practicantes de gobierno que sólo cuidan sus intereses, y el tiempo termina mostrándolos como delincuentes corruptos.

Hasta que el gobernado dice basta, a veces aguanta, resiste, pero sin duda, el odio y la violencia emergen y generan problemas más complejos a la sociedad y el Gobierno, que podrían haberse evitado. Un gobernante ignorante, incapaz o incompetente es tragedia para la sociedad.

El buen gobierno es posible, el gobernado premia o castiga con su voto u opinión. Sabe que los carniceros de hoy serán las reses de mañana.