ANTINOMIAS

Israel gano la guerra, pero perdió el discurso

Antonio Fernández. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Antonio Fernández. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: La Razón

La reciente guerra entre Israel y Palestina (si es que se le puede llamar guerra a los ataques sobre la Franja de Gaza), han dejado un ganador indiscutible, que ha sido Israel, con una paradoja dolorosa: Israel ganó la guerra, pero su costo moral es incalculable.

Si bien su superioridad bélica permitió desarticular en buena parte la estructura militar de Hamas, reafirmando su control estratégico en la zona, la desproporción en la respuesta, la devastación de barrios completos y las miles de víctimas civiles generaron una profunda crisis ética y política que ha erosionado su legitimidad internacional.

Desde los primeros bombardeos de Israel sobre la Franja de Gaza, justificó su ofensiva bajo el principio de la legitima defensa, bajo el argumento de que a ningún Estado se le puede negar el derecho de proteger a sus ciudadanos. Sin embargo, los ataques pronto desbordaron los límites del derecho internacional por la desproporción y el número de víctimas civiles que morían ante ellos.

El cerco militar al territorio de Gaza, instaurado por Israel, mientras se bombardeaban hospitales, escuelas, centros de refugio, así como la destrucción de la red eléctrica e hidráulica, provocaron un estado de hambruna, que hasta hace unos días se permitió la entrada de alimentos y ayuda humanitaria, con miles de víctimas mortales y una ciudad devastada que tardará varias décadas en recuperarse.

El triunfo militar se midió únicamente en términos de objetivos tácticos, mediante la eliminación de los líderes de Hamas, así como de sus instalaciones militares, túneles, lanzacohetes y su estructura política; sin embargo, no se contemplaron los efectos éticos, morales y políticos a futuro, pues el Estado de Israel, durante décadas, cultivó la narrativa de ser una democracia rodeada de amenazas hostiles hacia su pueblo (el judío), históricamente perseguido y, sobre todo, por la existencia de los campos de exterminio en la Segunda Guerra Mundial, les otorgaba la legitimidad para ser considerados víctimas del holocausto.

Hoy, Israel ganó la guerra, pero perdió el discurso que se había mantenido después de la Segunda Guerra Mundial, y que usufructuaron profundamente, mediante la publicación de libros, películas, creación de museos, etcétera, sin embargo, los ataques en Gaza les ha hecho perder ese discurso tan valioso en el contexto internacional, que difícilmente podremos ver en un futuro al pueblo de Israel como un pueblo que fue víctima, de ahora en adelante serán los victimarios, con todos los costos que ello implica.

La victoria militar de Israel resulta pírrica en el plano moral, además de que tampoco les garantiza la extinción de los terroristas antisemitas, en virtud de que el dolor del pueblo de Gaza provocará en el mediano plazo una generación de nuevos terroristas que buscarán atacar los intereses de Israel, pues en realidad no ganó una seguridad duradera, sino un nuevo ciclo de resentimiento y un aislamiento diplomático, que seguramente después de la era Trump se notará en mayor medida.

Después de la guerra, las nuevas víctimas serán los palestinos, para lo cual habrá historias estremecedoras de los ataques, libros, películas, documentales, etcétera, que reescribirán la historia de la victoria militar de Israel, pero también su derrota moral. El nuevo discurso se está construyendo, a partir del cual Israel perderá más de lo que ha ganado.

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