Recia frase, y concepto categórico. El día a día entre Estados Unidos y México es otro. Lleno de narrativas cotidianas que no atienden discursos y deseos producto de una épica rehén de otras circunstancias, más reales y muy decorosas.
Los ataques con drones de Estados Unidos a narcolanchas en aguas internacionales cobran notoriedad a partir del cerco a Nicolás Maduro, líder de Venezuela, señalado por Washington como capo criminal.
Tras los primeros videos de cómo borran de la superficie marítima embarcaciones, mercancía y seres humanos, Donald Trump ha normalizado, con renovada vigencia, al gendarme global con potestad para ser matón disfrazado de policía que promete aniquilar a quienes surten a sus adictos en el mercado más grande de cuanta droga exista o esté por descubrirse.

Cónclave para el regalo de Alito
Como si nada, estas ejecuciones en mares continentales se acercan. La Marina se aprestó, no sabemos si con éxito a rescatar a algún sobreviviente de la última intervención de un dron americano. Quizá ya existan víctimas mexicanas, narcos o no, de acciones meta-territoriales del Tío Donald.
A la Presidenta Sheinbaum esas operaciones no le gustan. Rozan linderos de aguas nacionales. Y desde la Casa Blanca no asoma un solo gesto de contención. Por el contrario, presumen y prometen más.
Y por aire, en el ámbito de la aviación civil y mercante, Estados Unidos ha decidido cancelar 13 rutas del esforzado Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) bajo el argumento de un acuerdo incumplido por México.
El gremio de pilotos mexicanos asegura que es consecuencia de medidas tomadas por AMLO para forzar la salida de la aviación de carga del resiliente AICM Benito Juárez y activar el AIFA. Como sea, a la Presidenta Sheinbaum tampoco ese episodio deja satisfecha.
Por eso espetó: “a México se le respeta”.
Recursos para externar inconformidad en un terreno o en otro, hay instancias bilaterales y multinacionales que están para dirimir abusos y excesos de nuestro poderoso vecino. Pero también hay un T-MEC que todo lo baña, que todo toca.
En aras de ese triángulo económico en el que nos va vida y deuda social para crecer, para atender carencias enquistadas en el pueblo; todo ha de tratarse con inteligencia, conveniencia y determinación. Tanta como sea posible.
Morelos no está exento de los desafíos nacionales en materia de seguridad, pero la suma de voluntad política, inteligencia y coordinación comienza a cambiar la narrativa: de la impunidad a la acción, del miedo a los resultados.
Con acciones puntuales y operativos conjuntos, la administración de la gobernadora Margarita González Saravia comienza a revertir esa tendencia, el método y la coordinación; la intervención simultánea de la Fiscalía estatal, dirigida por Édgar Mendoza Maldonado, y la Secretaría de Seguridad Pública, bajo Miguel Ángel Urrutia Lozano, demuestran que la cooperación interinstitucional produce resultados reales.
Lo que antes parecía imposible —golpear estructuras criminales sin filtraciones, con órdenes judiciales sólidas y detenciones limpias— se está convirtiendo en práctica recurrente.
