TEATRO DE SOMBRAS

El catolicismo de Jon Fosse

Guillermo Hurtado. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.
Guillermo Hurtado. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

Este fin de semana leí el librito de Jon Fosse Misterio y Fe, que recoge un diálogo del escritor noruego premiado con el Nobel en 2023, con el teólogo, también noruego, Eskil Skjeldal. Fosse habla en extenso acerca de sus creencias y sentimientos religiosos, de las influencias filosóficas, teológicas y literarias que ha recibido, y cuenta la trayectoria vital que lo llevó a convertirse al catolicismo.

Antes de entrar a la Iglesia católica, Fosse había sido luterano, ateo y cuáquero. Fosse también había sido adicto al alcohol. Esa experiencia marcó su vida de una manera profunda. Después de una temporada en el hospital por causa de una intoxicación etílica, Fosse decidió, así sin más, no volver a beber y nunca más lo ha hecho. Fosse cuenta que dejar ese vicio le permitió avanzar hacia la fe católica. Después de una larga búsqueda espiritual, el autor encontró en el catolicismo lo que había estado buscando. Su entrevistador también es un católico converso, por lo que en el diálogo entre ambos hay una comparación interesante entre las experiencias de cada uno al respecto.

Hay muy pocos católicos en Noruega. Fosse dice que, descontando a los inmigrantes, son apenas unos cinco mil. Por lo mismo, el catolicismo en Noruega es algo que resulta extraño. Que un famoso escritor noruego se haga católico resulta tan raro como si un famoso escritor mexicano entrara a la iglesia ortodoxa griega. Las razones —si podemos llamarlas así— que movieron a Fosse hacia el catolicismo son muy variadas. Van desde reflexiones muy intelectuales, inspiradas en la lectura de la teología, la poesía y la mística católica, hasta la experiencia sublime de la misa católica, de la oración, de la comunión. Llama la atención que Fosse encuentre en las filosofías de Heidegger y de Wittgenstein, lo mismo que las literaturas de Beckett y Joyce, un camino hacia a la fe católica. Cualquiera diría que esas filosofías y esas literaturas lo que propician, más bien, es el ateísmo. También es destacable que la apofántica del Maestro Eckhart y la docta ignorancia de Nicolas de Cusa lo hayan encaminado hacia el catolicismo. No debe extrañarnos, por lo mismo, que Fosse sea un católico muy sui generis. A veces, incluso me da la impresión de que está confundido acerca de ciertos temas, pero no soy quién para juzgar.

Fosse afirma que su conversión al catolicismo ha sido, dentro de la sociedad noruega, pero no sólo en ella, también dentro de toda la sociedad intelectual europea, un acto de rebeldía. Una rebeldía en contra del culto al cuerpo, de la obsesión con el sexo, del materialismo, del positivismo socio-tecnológico. En un mundo como ése, ir a misa, comulgar, orar, se ven como actos vergonzosos. En un mundo como ése no hay lugar para el silencio reverencial, para el misterio sobrecogedor, para la fe luminosa.

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