Como no podía ser de otra manera, tratándose de un monarca de la orgullosa dinastía de los Borbones, Juan Carlos I ha publicado sus memorias en francés antes que en español. En las librerías parisinas ya se puede encontrar el grueso volumen llamado, no sin cierta ironía, Réconciliation. La traducción al español llegará a las librerías peninsulares hasta el 3 de diciembre y suponemos que pronto cruzará el Atlántico para que pueda ser adquirida en México antes de las fiestas navideñas.
Ya existían varias biografías de Juan Carlos. Hace años yo leí una excelente del distinguido hispanista inglés Paul Preston (Juan Carlos, Rey de un pueblo, Plaza y Janés, 2003). En esa obra, Preston nos presentaba a un astuto estadista que supo salir de la órbita del franquismo para convertirse en un pilar de la democracia española. Ésa fue la historia oficial, la historia dorada del papel de Juan Carlos en la historia de España. Sin embargo, esa narración se fue erosionando por causa de los lamentables escándalos en los que se vio envuelto el monarca hacia el final de su reinado. El admirado rey quedó manchado por asuntos de faldas y de sobornos. La situación llegó al grado en el que se tomó la decisión de que debía abdicar en favor de su hijo antes de que la institución de la monarquía quedara más desprestigiada.
No he leído todavía las memorias de Juan Carlos, pero tengo curiosidad de darle por lo menos una hojeada. En las primeras reseñas de la prensa se señala que Juan Carlos dedica varias páginas a hablar muy bien de su esposa, la Reina Sofía, y que se refiere a Francisco Franco con respeto. Sobre lo primero, los comentaristas dicen que se trata de una justa reparación, después del maltrato recibido por la reina durante muchos años. Sobre lo segundo quisiera decir algo, con la aclaración de que todavía no he leído el libro.

Reconocimiento al Ejército
Haría bien Juan Carlos en hablar bien de Franco, ya que le debe mucho. No se olvide que fue Franco quien lo hizo rey. Diríase que el verdadero padre de Juan Carlos fue Franco, no su padre biológico, Don Juan de Borbón, a quien Franco hizo a un lado en la línea sucesoria para que Juan Carlos accediera al trono. Todo esto, según las reseñas, lo reconoce Juan Carlos con sinceridad en sus memorias.
Los mexicanos vemos a la monarquía española con una rara mezcla de encanto y distancia. Fuimos, no se olvide, súbditos de esa corona durante tres siglos. Una manera de entender la independencia de México es que lo que quiso cortar fue el lazo con la monarquía, no tanto con la nación española. No obstante, toda la parafernalia de los reyes españoles nos sigue interesando casi con morbo. Por eso he escrito esta pequeña nota.

