ENTRE COLEGAS

Pugna por el espacio público II

Horacio Vives Segl. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón
Horacio Vives Segl. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón Foto: larazondemexico

En este espacio, la semana pasada, presenté una reflexión en torno a la masiva marcha del 15 de noviembre en la Ciudad de México, replicada en 55 ciudades a lo largo del país. La conversación que sigue provocando esa marcha, particularmente por el diagnóstico que el régimen tiene sobre ella, ahonda en la polarización sobre el uso del espacio público y la pugna por la narrativa.

A unos días de que concluya el mes, es indudable que el asesinato de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, representa el acontecimiento más relevante del actual ciclo de coyuntura política. Manzo adquirió notoriedad por ser una voz muy prominente en denunciar la falta de voluntad política del Gobierno para combatir a las organizaciones criminales. La forma en la que fue asesinado —en plena plaza pública, rodeado de familia y simpatizantes, e instantes después de cargar a su hijo en brazos (imposible no estrujarse al ver esas imágenes)— confirmó la percepción de que, en diversas regiones del país, el crimen organizado controla el espacio público.

Aunado al repudio por la muerte de Manzo, la Generación Z convocó a la marcha del #15N. Los saldos de esa marcha nos tienen en la renovada pugna por los espacios públicos y la narrativa al respecto. Desde luego, es lamentable la agresión que sufrieron policías de la Ciudad de México a manos del “bloque negro”; pero fue aún más lamentable el abuso de fuerza en contra de ciudadanos que ejercían pacíficamente su libre derecho a asistir a una manifestación.

En general, la respuesta del régimen a la marcha evidencia un talante autoritario. Eso de investigar la convocatoria y exhibir a algunos de sus promotores —con el riesgo que ello implica— es condenable por lo redondo. Y el señalar que cualquier punto de vista que cuestione al Gobierno tiene un origen espurio o carente de legitimidad, es propio de un régimen autoritario. Así como los gobiernos populistas de derecha tachan de “comunistas” a los opositores, aquí se está recurriendo a señalar a “la ultraderecha” como el fantasma detrás de toda expresión de protesta. El mismo discurso se reprodujo respecto a las marchas y bloqueos realizados por agricultores y transportistas y, en los próximos días, seguramente se repetirá respecto a la marcha celebrada el día de ayer por el 25N. Lejos de entender las quejas que son fundamentadas y aplicar medidas para atenderlas, hay una obstinación por minimizar, las masivas protestas.

Así que no sorprende que, como respuesta al #15N, ahora el oficialismo esté promoviendo una marcha y concentración para conmemorar los siete años del obradorato. Por supuesto, veremos el despliegue de recursos para que el Zócalo se vea tanto o más concurrido.

Algo muy destacable de la versión mexicana del fenómeno global de las protestas de la Generación Z, es el coraje y la frustración manifestados ante un futuro que se presenta sombrío y carente de oportunidades. La mejor respuesta del Gobierno ha sido la aplicación de un programa como Jóvenes Construyendo el Futuro; el problema es que lo ha hecho con una base clientelar electoral que, en el fondo, no satisface las necesidades de un segmento de la juventud que, legítimamente, exige condiciones para desarrollarse plenamente y vivir mejor.

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