El gran José Dámaso Pérez Prado (Matanzas, Cuba, 1916–Ciudad de México, 1989) se desempeñaba en Cuba como pianista y orquestador de la más importante big band de La Habana en los años 40: Orquesta Casino de la Playa. Compositor en las líneas armónicas de Stan Kenton, sus compatriotas lo tildaban de artificioso y barroco en los ajustes orquestales. Llega a México en 1949, funda un ensamble con músicos locales y populariza el mambo por todo el orbe. “Los músicos mexicanos son excelentes; en mi país no entendían mis armonizaciones: aquí, los instrumentistas agarraron la cosa rápido”, declaraba el autor de “Mambo en Sax”.
Devenir de los años 50/60: Jane Russell baila “Cerezo rosa” en Las sirenas de las aguas verdes (1955), de John Sturges; Anita Ekberg se contonea con “Patricia” en La dulce vita (1960), de Federico Fellini. El grito de ¡UGHT! del músico antillano se escucha en todas las vitrolas de Estados Unidos. Benny Moré entonaba “Bonito y sabroso” (“Pero, qué bonito y sabroso / bailan el mambo las mexicanas / mueven la cintura y los hombros / igualito que las cubanas…”) bajo los compases de la agrupación de su compatriota. El tema “Rico Mambo”, se convierte en un himno de estribillo cadencioso que invade la dispendiosa vida nocturna de Nueva York.
“Toda esa algarabía rítmica viene de México, el mundo baila el mambo hecho por músicos mexicanos dirigidos por un extravagante señor de baja estatura vestido con smoking que en los espacios musicales lo conocen como cara de foca”, explicaba un comentarista radial de la época. La mambomanía era un suceso insoslayable. “Mambo No. 5”, “La chula linda”, “Mambo del Ruletero”, “Caballo Negro”, “Black Magnolia”, “Tequila”, “Patricia”, “Pianolo”, o “Mambo No. 8”: piezas cotizadas en los salones de baile del entonces Distrito Federal de los años 50/60. Igualmente, reconocido por la autoría de Mambo del Politécnico, pieza insignia de eventos del IPN, y el Mambo Universitario, referencia en los foros de la UNAM.

Góbers felices en el sorteo
Evidentes los patrones del jazz estadounidense en la concepción armónica de las composiciones del cubano (bebop, hardbop, swing...). Legó excelentes grabaciones de alta fidelidad con su orquesta en la utilización de cámara de eco en los míticos estudios de la disquera estadounidense RCA Victor. La exploración en todas las posibilidades de la percusión afrocubana da como resultado un entrecruzamiento con la sección brass (saxofones, trombones y trompetas) en que se asientan gamas sonoras profusas en oscilación juguetona con la armonía, el ritmo y la melodía.
En el álbum Havana, 3 a.m. (Hollywood Record, 1956) somos testigos del trabajo de un meticuloso arreglista en orquestaciones singulares de “La comparsa” (Ernesto Lecuona), “Bésame mucho” (Consuelo Velázquez), “Granada” (Agustín Lara), “El manisero” (Moisés Simons), “Almendra” (Abelardo Valdés), “Historia de un amor” (C. E. Almarán). Además, incursiona en la música filarmónica: Suite en Voodoo, sinfonía en cuatro movimientos; Concierto para bongó, obra de alta resonancia poética-rítmica; y Suite de las Américas, estructurada en siete secciones donde un obstinato de pulso melódico incesante sirve de puente para la entrada de exóticas, seductoras y sublimes secuencias orquestales. ¡UGHT! ¡Mambo, qué rico el mambo!
Mucho Mambo
Artista: Pérez Prado
Género: Mambo
Disquera: RCA Victor


