VOCES DE LEVANTE Y OCCIDENTE

Momentos decisivos en Europa

Gabriel Morales Sod*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: larazondemexico

No cabe duda de que vivimos en un mundo mucho menos estable que el de hace tan sólo una década, hecho que causa angustia a muchos alrededor del planeta. Sin embargo, la relativa estabilidad del mundo bipolar de la Guerra Fría y del liderazgo unipolar de Estados Unidos durante las primeras décadas posteriores a esta son más bien una excepción histórica.

El desorden multipolar al que nos hemos empezado a acostumbrar —con China e India en ascenso, Estados Unidos en repliegue, Rusia desatada en una carrera por el poder y Europa titubeando— es, históricamente hablando, un escenario mucho más natural de la civilización.

En este nuevo mundo, en donde el apoyo de Estados Unidos no puede darse por hecho, en donde Rusia, para sorpresa de todos y a pesar de la interdependencia económica, decidió invadir a un país europeo, y en donde China se apresura para conseguir prominencia no sólo económica sino militar, queda claro que Europa tiene que actuar. Si desde el término de la Segunda Guerra Mundial Europa se concentró en construir sus instituciones de bienestar social y, después de la caída de la Unión Soviética, en formalizar y expandir su unión con base en vínculos económicos y culturales, ahora es el tiempo de tomar decisiones en el ámbito de la seguridad.

A pesar de algunas dificultades, casi todas las potencias europeas y casi todos los países del este europeo han conseguido con éxito aprobar aumentos significativos en su presupuesto y gasto militar, e incrementar significativamente las filas de sus ejércitos. Incluso los suizos, hace tan sólo unos días, decidieron llamar a un referendo para aprobar cambios y nuevas inversiones en su seguridad. Con pocas excepciones, en general los europeos entienden que la amenaza rusa, por ejemplo una invasión a Polonia, es real. Sin embargo, el consenso es menos fuerte en lo que respecta a la guerra de Ucrania. Las potencias europeas –Francia, Alemania, el Reino Unido e incluso Italia, a pesar de que se pensó en un principio que su líder podría tener cierta afinidad con Putin— piensan que de no poner un límite al dictador ruso en Ucrania, es sólo cuestión de tiempo para que este invada otro país europeo. Sin embargo, desde que Trump decidió parar la ayuda militar y financiera a Ucrania, encontrar los recursos para financiar esta guerra se ha convertido en un tremendo reto.

Una de las opciones que se han sopesado por ya varios años ha sido usar los recursos rusos que la Unión Europea tiene congelados (aproximadamente 210 000 millones de euros en activos del Banco Central de Rusia) y transferirlos o prestárselos a Ucrania. Este dinero podría definir el futuro de Ucrania como una nación soberana y ayudar a Europa a detener el avance de Putin. Sin embargo, a diferencia de otras potencias en este nuevo mundo multipolar, dictaduras o presidencias fuertes, la UE es un conjunto de naciones soberanas. La Hungría de Viktor Orbán, simpatizante de Putin, se opone a este plan, y también Bélgica, el país en donde se encuentra la mayor parte de ese dinero. Los belgas temen que esta decisión dañe la reputación de su sistema bancario y que haya represalias legales rusas que tengan que enfrentar solos. Ambas cosas son ciertas. Sin embargo, Europa tiene que estar a la altura de las circunstancias en este mundo multipolar y poner como prioridad su seguridad.

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