ARQUETIPO FUTBOL

Modo Jake Paul

Daniel Alonso*Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón.  Foto: larazondemexico

El fin de semana se cerró un capítulo más de las polémicas peleas de boxeo del youtuber Jake Paul. El rival sería en esta ocasión: Anthony Joshua, pugilista británico dos veces campeón mundial. Sin duda, el mayor reto para la estrella del Internet en su corta carrera como boxeador profesional.

Las cifras económicas nuevamente fueron un éxito rondando una bolsa de casi 200 millones de dólares, nada despreciable para cualquier peleador; pero Jake Paul no sólo se hinchó de dinero nuevamente, ahora se quedó con el recuerdo de una doble fractura de mandíbula por el nocaut que le propinó el excampeón mundial con el que fulminó el encuentro en el sexto asalto.

Las imágenes de las radiografías con la mandíbula rota, dientes destrozados y una cara desfigurada fueron virales por todo el mundo encendiendo nuevamente la discusión entre lo que hoy parece, en términos de guion televisivo, un spin-off del boxeo. Los peleadores y analistas de la vieja guardia cada vez lucen más preocupados por el auge de este tipo de peleas de “exhibición”, pero que generan alta expectativa entre algún sector de aficionados, pero principalmente de las audiencias más jóvenes que consumen contenidos mucho más interactivos que alguna pelea tradicional.

Además, no podemos ignorar que nuevamente fue Netflix, plataforma que ha revolucionado en todos los sentidos el mercado, la encargada de transmitir la pelea. Aún no se conocen las cifras exactas del rating, pero seguramente habrá superado los 60 millones de usuarios que anteriormente sintonizaron la última pelea de Jake Paul. Por lo que, nuevamente, se ha fusionado las formas de consumir entretenimiento junto con un deporte tan antiguo y tradicional como el boxeo, y que con el paso de los años comenzó a perder cierta popularidad.

Este nuevo deporte-espectáculo, ¿podría amenazar a todos los deportes como lo entendemos? Probablemente en ciertas disciplinas como el futbol podría ser más complicado, aunque también han surgido estas ligas integradas por “celebridades” de las redes o Internet junto con algunos exfutbolistas, con un éxito mediático más moderado; pero si los futbolistas más jóvenes parecen más conectados a este mundo alterno de comunicación, por poner un ejemplo, Lamine Yamal, perteneciente a la generación centennial, cuya característica principal es la irreverencia dentro de una época de expansión masiva.

El futbolista de apenas 18 años de edad, ya candidato a ser el mejor del mundo, hoy parece dividido entre sus actuaciones semanales con el Barcelona y sus redes sociales, en donde ha generado infinidad de debates entre sus millones de seguidores entre su canal de YouTube, Tik-Tok o Instagram, una vida paralela, con millones de views, siempre con un celular en la mano.

Al final el ring o el balón de futbol parecen ser los mismos, lo que sigue en constante transformación son las audiencias, las tecnologías y lo que entendemos como esencia humana, un choque nostálgico generacional. La filosofía de Jake Paul, con sus publicaciones de su rostro destrozado junto a millones de dólares en efectivo contra la del gran Manolo Lapuente, “si quieren espectáculo, vayan al circo”.

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