LAS CLAVES

Diciembre: música y lectura

Carlos Olivares Baró. *Esta columna expresa el punto de vista de su autor, no necesariamente de La Razón. Foto: La Razón de México

La soledad tiene presencia acuciante en estos días finales del año. Escucho música (Bach, Vivaldi, Haydn, Mozart, Fauré, Ravel, Duke Ellington, Sony Rollins, Miles Davis, Paquito D’Rivera, Rosalía, Coltrane, José Alfredo, Pablo Milanés, Irakere, Chucho Valdés, Bebo Valdés, Los Van Van, Havana D’Primera, Gonzalo Rubalcaba, Marta Valdés, Natalia Lafourcade, Rubén Blades, Alejandro Sanz, Celia Cruz, Sting, Maite Hontelé, Los Zafiros, Michel Petrucciani, Arsenio Rodríguez, Mon Laferte, Piazzolla, Paganini, Brahms...) acompañado por los ribetes del desamparo. Converso con el albor: doy gracias por despertar y relamer otra vez la amanecida.

No me gustan las navidades ni las Posadas de fin de año ni los romeritos ni el pavo ni los ponches de frutas con licor ni el tequila ni tampoco el ron. Soy un aguafiestas. Lo mejor de estos días radica en que tengo más tiempo para leer, escuchar la Tercera de Mahler, bailar impulsado por la cadencia de ese virus que es el songo de Juan Formell y deleitarme muchas veces con la sonoridad de Ante el Escorial, de Ernesto Lecuona. La vecina me invita a su casa para cenar con ella y sus hijos el 24: le invento mil evasivas, le regalo una caja de chocolates Hershey y al final me quedo en mi apartamento comiéndome un pan con lechón preparado por mí con una jarra de agua de guanábana mientras escucho La Fleur de Cayenne, álbum que Paquito D’Rivera grabó con el Septeto Madrid-New York Connection Band (Pepe Rivero, piano).

Me columpio entre melodías, compases, concordias y lecturas. Cuando la penumbra de las jornadas finales del año avistan, me refugio en cinco libros cardinales que me salvan siempre del hastío de las congratulaciones y los abrazos: Ese maldito yo, de E. M. Cioran; Voces Reunidas, de Antonio Porchia; Fragmentos verticales, de Roberto Juarroz; Niñez, de Antonio Gamoneda; y Movimientos insomnes, de Clara Janés. Las nieblas, el gozo y los tibios líquenes de los folios de esos cuadernos llenan de espesura el cauce del aliento y puedo cantar en medio de los falsos labrados de estos finales de diciembre.

Cioran: “Tanto me colma la soledad que la mínima cita me resulta una crucifixión” / “La tiranía destruye o fortalece al individuo; la libertad lo debilita y lo convierte en un fantoche. El hombre tiene más posibilidades de salvarse a través del infierno que del paraíso”.

Porchia: “Mi pobreza no es total: falto yo” / “La verdad tiene muy pocos amigos y los muy pocos amigos que tiene son suicidas” / “Una cosa, hasta no ser toda, es ruido, y toda, es silencio” / “El hombre, cuando no se lamenta, casi no existe” / “En plena luz no somos ni una sombra”.

Juarroz: “El destino de todo signo es invalidarse en el encuentro inevitable con el signo contrario” / “Una flor es el peso de su visión” / “El poema nunca llega cuando debe llegar. No sólo lo empuja la vida, sino también la muerte, que tampoco llega cuando debe llegar”. Gamoneda: “Yo sentía que la noche era dulce como una leche silenciosa” / “Alguien ha gemido mientras la noche cae sobre la ciudad” / “De los desvanes baja un clamor de palomas. Es el sonido de mi infancia”. Janés: “Muda voz que todo lo dijiste en tu silencio hasta el silencio tuyo y eres perfume ahora que a mi desmayo acude, con un nimbo de luz aviva la flor blanca que habla del misterio”.

Voces Reunidas ı Foto: Especial

Voces Reunidas

Autor: Antonio Porchia

Género: Poesía

Editorial: Pre- Textos

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