Finanzas públicas: ya no más de lo mismo

Finanzas públicas: ya no más de lo mismo
Por:
  • arturov-columnista

El reporte sobre el desempeño de las finanzas públicas durante enero no muestra cambios significativos respecto a lo que fue su ejecución durante todo el año pasado. Los resultados fueron positivos en la medida que se persevera el esfuerzo por mantener el equilibrio fiscal, pero son francamente negativos en cuanto a la política de gasto como impulsor del crecimiento, su persistente caída, especialmente en inversión, constituye un fuerte freno al crecimiento.

Así, durante el primer mes del año, el balance público registró un superávit (40.8 miles de millones de pesos -mmp) que contrasta con el déficit (-44.1 mmp) registrado en enero del año anterior. Esta mejor posición de las finanzas públicas responde a dos tendencias opuestas: (1) al crecimiento importante de los ingresos; y, (2) a la caída en las erogaciones públicas.

Por el lado de los ingresos, se tiene un buen resultado debido a factores estructurales y de coyuntura. Destaca que los ingresos petroleros avanzan por el mayor precio de la Mezcla Mexicana de petróleo, la recaudación del IVA se consolida en enero, de la mano del buen ritmo en el consumo privado y en particular del comercio. El ISR sigue deprimido debido a la debilidad económica general. El IEPS mantiene crecimiento, derivado en buena parte a los cambios de la miscelánea fiscal 2020.

Un factor de particular importancia en enero fue el hecho de que los ingresos no tributarios crecen por la recuperación de activos financieros del Fideicomiso del NAIM por 21.6 mmp. Así, prácticamente la mitad del saldo positivo del balance público se debe a esta operación y, el balance total es equivalente a los ingresos extraordinarios (de una sola vez), es decir, el resultado fiscal no se sustenta en una dinámica de ingresos permanentes.

El comportamiento más decepcionante se ubicó en el gasto público, cuyo ejercicio mantuvo su naturaleza pro cíclica priorizando el objetivo de mantener la estabilidad fiscal, pero acentuando la debilidad económica. De esta forma, el gasto del sector público se reduce 5% respecto a enero del año anterior. La inversión física (especialmente en empresas productivas del Estado) continúa reduciéndose de manera dramática. También influyó, pero favorablemente, la caída en el costo financiero, debido a las menores tasas de interés internas y externas y al rediseño de los instrumentos de deuda pública.

Es, en este sentido, se trata de una evaluación negativa, pero también sin salida para el mediano plazo. Si bien se cuida la salud de las finanzas públicas, la política de gasto no promueve el crecimiento, e incluso, desincentiva la inversión, por tanto, no hay más ingresos públicos y, consecuentemente, hay mayor riesgo sobre el equilibrio fiscal.

Es comprensible que buena parte del éxito del actual proyecto económico, consiste en salvaguardar la estabilidad macroeconómica, pero más allá de los logros alcanzados en este renglón, y en aras de mantener el éxito alcanzado en materia de distribución del ingreso y apoyo a los estratos sociales más necesitados, sin crecimiento económico será imposible sostener ambos pilares, la política fiscal racionalmente utilizada puede coadyuvar de forma poderosa y eficiente.